Revista Gremium

La Ruta de la Amistad, patrimonio urbano y acción social.

Figura 5. Tertulia de Gigantes en el área residual de una de las gazas norte del cruce del Anillo Periférico con Viaducto Tlalpan Fuente: Christoffer Lara, 2022

DOI:

The Friendship Route, urban heritage and social action.

Gladys Elizabeth Ferreiro Giardinaa, José Antonio García Ayalab, Blanca Margarita Gallegos Navarretec
aInstituto Politécnico Nacional, ESIA-Tecamachalco: E-mail, ORCID.
bInstituto Politécnico Nacional, ESIA-Tecamachalco: E-mail, ORCID, Web.
cInstituto Politécnico Nacional, ESIA-Tecamachalco: E-mail, ORCID.

Recibido: 09 de noviembre del 2022 | Aceptado: 04 de julio del 2023 | Publicado: 31 de agosto de 2023

Resumen

La Ruta de la Amistad era un recorrido de 19 esculturas creado para los Juegos Olímpicos de México 1968. Esta ruta, que estuvo a punto de perderse, fue rescatada por la acción social de Javier de la Torre, quien junto con Javier Ramírez Campuzano, fundaron el Patronato Ruta de la Amistad A.C., que ha restaurado y rescatado dichas obras, 14 de las cuales fueron agrupadas en las áreas residuales de los distribuidores viales del Periférico con la avenida Insurgentes y Viaducto Tlalpan, en la Ciudad de México. El Patronato ha emprendido acciones sociales como el Programa de Intervenciones Artísticas Multidisciplinarias para promover la apropiación física y simbólica por distintos artistas; los Jardines Nativos del Pedregal, para el rescate de la flora y fauna del entorno; el Proyecto de Bosques Comestibles que promueve la siembra de diversas especies de vegetación; y el Museo de Arquitectura Urbana, iniciativa encargada de la conservación de las características urbanas originales del mencionado territorio, así como de motivar la educación ciudadana y una adecuada movilidad, ante la amenaza de la degradación del paisaje histórico urbano. El objetivo que se plantea es entender el sentido que tiene este patrimonio urbano como escenario de la vida cotidiana y los efectos de las acciones sociales del Patronato en su reconfiguración. Se parte de una mirada hermenéutica, cuyo resultado indica que existe una desvaloración del espacio por los ciudadanos, y que gracias al trabajo del Patronato se está impulsando su pertenencia socioterritorial, con implicaciones en su manejo y salvaguarda.

Palabras clave: Ruta de la Amistad, Olimpiada México 68, Paisaje Urbano Histórico, Apropiación Territorial

Abstract

The Friendship Route was a route of 19 sculptures created for the 1968 Mexico Olympic Games. This route, which was on the verge of being lost, was rescued by the social action of Javier de la Torre, who together with Javier Ramírez Campuzano founded the Patronato Ruta la Amistad A.C. that has restored and rescued these works, 14 of which were grouped in the residual areas of the Periférico road distributors with Insurgentes avenue and Viaducto Tlalpan, in Mexico City. The Board has undertaken other social actions such as the Multidisciplinary Artistic Interventions Program to promote physical and symbolic appropriation by different artists; the Native Gardens of Pedregal, for the rescue of the flora and fauna of the environment; the Edible Forests Project that promotes the planting of various species of vegetation, and the Museum of Urban Architecture, an initiative in charge of conserving the original urban characteristics of this territory, as well as encouraging education and adequate mobility, in the face of the threat of the degradation of this historic urban landscape. The objective is to understand the meaning of this urban heritage as a setting for daily life and the effects of the Board’s social actions in its reconfiguration. It starts from a hermeneutic view, the result of which indicates that there is a devaluation of this space by citizens, and that thanks to the work of the Board, its socio-territorial belonging is being promoted, with implications for its management and safeguarding.

Key words:  Friendship Route, Mexico 68 Olympics, Historic Urban Landscape, Territorial Appropriation

Introducción: Acción social y patrimonio urbano en la cotidianeidad en la Ruta de la Amistad

La Ruta de la Amistad, es el resultado del esfuerzo de México para celebrar la XIX Olimpiada como se hacía en la antigua Grecia, conjuntando deporte y cultura, una idea del arquitecto mexicano Pedro Ramírez Vázquez[1], presidente del Comité Organizador de la XIX Olimpiada, México 68. Paralelamente, Mathías Goeritz[2], asesor artístico y posteriormente jefe del Departamento de Promociones Internacionales del evento, tenía la idea de crear una ruta escultórica que hermanara los países de los cinco continentes y humanizara a través del arte, las grandes vías de comunicación que se estaban construyendo.

Figura 1. Ubicación original de las 19 esculturas que conforman la Ruta de la Amistad Fuente: Elaboración Margarita Gallegos con base en las Memorias Olímpicas “México 68”
Figura 1. Ubicación original de las 19 esculturas que conforman la Ruta de la Amistad Fuente: Elaboración Margarita Gallegos con base en las Memorias Olímpicas “México 68”

Ambas ideas se concretaron dentro del programa cultural de los Juegos Olímpicos de 1968 (conocido como Olimpiada Cultural), en la Ruta de la Amistad, constituida por 19 esculturas elaboradas en concreto, con dimensiones que oscilan desde los 4.5 hasta los 20 metros de altura (Figura 1). Además de las esculturas que conforman la Ruta, se contó con tres invitadas en las sedes olímpicas más importantes: el Estadio Olímpico Universitario, el Estadio Azteca y el Palacio de los Deportes Juan Escutia; donde a los artistas se les dio la libertad para hacerlas del material de su elección (Figura 2). Pero, el descuido y la falta de comprensión de un arte abstracto que salía de la corriente figurativa y nacionalista mexicana, fueron condicionantes para que, una vez terminado el evento, este fuera olvidado, absorbido por la mancha urbana y vandalizado, hasta casi su desaparición.

Figura 2. Esculturas invitadas en las sedes olímpicas de mayor importanciaFuente: Elaboración Margarita Gallegos
Figura 2. Esculturas invitadas en las sedes olímpicas de mayor importancia
Fuente: Elaboración Margarita Gallegos

Lamentablemente, en todos los casos, las esculturas fueron intervenidas con grafitis, además, por el sistema constructivo (en ferrocemento), esculturas como la de Seguin y Danziger acusaban pérdidas del material que recubría su estructura; por otro lado, algunas quedaron dentro de predios particulares como fue el caso de “Hombre de Paz” de Constantino Nivola, cercada dentro de un estacionamiento, y la escultura de C. Meadmore que quedó dentro del Colegio Olinca. La mayor parte de las esculturas habían sido devoradas por la mancha urbana, como el caso de “Señales” de Ángela Gurría y el “Muro Articulado” de Bayer, que quedaron ocultas por puentes peatonales o vehiculares (Gallegos, 2011).

En los noventa, un joven ciudadano llamado Luis Javier de la Torre[3], paseaba cotidianamente por las olvidadas y degradadas esculturas que componían la Ruta de la Amistad, lo que generó en él una reflexión sobre la importancia del legado de la olimpiada, y lo llevó a buscar el apoyo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez para rescatar este patrimonio artístico. Esta inquietud, le permitió conocer a Javier Ramírez Campuzano[4], hijo del renombrado arquitecto, con quien formó el Patronato Ruta de la Amistad, Asociación Civil, sin fines de lucro, creada por iniciativa ciudadana en 1994, con el auspicio de Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.

En el marco del Patronato Ruta de la Amistad A.C., ambos ciudadanos emprendieron distintas acciones sociales para rescatar las esculturas, tales como buscar patrocinios y promover eventos en pos de la resignificación de la Ruta dentro del ambiente cultural de la Ciudad de México; asimismo, extendieron la invitación para participar en este rescate a embajadas, instituciones privadas y públicas a través del programa: “Adopta una escultura”, lo que permitió la recepción y manejo de las donaciones de recursos y acciones en especie mediante el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

Estas acciones sociales rescataron la mayor parte de las esculturas; sin embargo, con la construcción de un segundo piso vial sobre el Anillo Periférico en su tramo sur, denominado Adolfo Ruiz Cortines (área donde se ubicaban), se vieron nuevamente en riesgo de ser destruidas, siendo necesario remover la mayor parte de las piezas y trasladarlas a una nueva ubicación, fracturando con ello, la concepción de la ruta escultórica. Los sitios elegidos fueron las intersecciones de la avenida Insurgentes Sur, con el Anillo Periférico Sur, y con Viaducto Tlalpan, lugares más adecuados para su conservación, disfrute, contemplación y admiración por los paseantes e interesados en ellas.

Del total de esculturas, 14 se han agrupado en los espacios residuales de los distribuidores viales tipo trébol[5] del Anillo Periférico con la avenida Insurgentes y Viaducto Tlalpan, nueve de las cuales están ubicadas en el primero (figura 3), y cinco en el segundo (figura 4). Bajo este tenor, el Patronato de la Ruta de la Amistad A.C. (s.f.), ha emprendido otras acciones sociales, como lo es el Programa de Intervenciones Artísticas Multidisciplinarias que, con el fin de promover la apropiación física y simbólica, invita a distintos artistas para que con su colaboración, se propicie el contacto directo con la comunidad, mediante intervenciones temporales y multidisciplinarias de arte, tales como instalaciones, multimedia, teatro y música.

Figura 3. Distribuidor vial en el cruce del Anillo Periférico con avenida Insurgentes. Fuente: Christoffer Lara, 2022.
Figura 3. Distribuidor vial en el cruce del Anillo Periférico con avenida Insurgentes. Fuente: Christoffer Lara, 2022.
Figura 4. Distribuidor vial en el cruce del Anillo Periférico con Viaducto TlalpanFuente: Christoffer Lara, 2022
Figura 4. Distribuidor vial en el cruce del Anillo Periférico con Viaducto Tlalpan Fuente: Christoffer Lara, 2022

Para el Patronato Ruta de la Amistad (s.f.), este programa ideado por Luis Javier de la Torre, tiene como propósito fundamental, dar vida permanente a las 22 esculturas salvaguardadas, habilitando nuevos espacios en su respectivo lugar de ubicación y en su entorno inmediato, para la creación del arte urbano y su promoción constante en la mente de los ciudadanos, esto mediante acciones artísticas que las revaloran y aseguran su existencia en una urbe que se transforma aceleradamente; ello permite ampliar el concepto de Mathías Goeritz, centrado en sacar el arte contemporáneo a los espacios públicos, con proyectos que interrumpan la cotidianeidad de sus paisajes urbanos históricos agobiados por la contaminación visual, y que suponen retos creativos dada la escala de las piezas y sus alrededores infestados de edificaciones y vehículos automotores, conectando ideas innovadoras con estas obras de arte, haciendo inevitable la interacción del espectador, y ofreciendo la Ruta, a los artistas y ciudadanos para el despliegue creativo más allá de las galerías y museos.

Así, entre las acciones se desarrollaron los Jardines Nativos del Pedregal (véase más adelante la figura 7), donde se reanima la flora y fauna nativa, al recuperar los mantos de roca volcánica del volcán Xitle, que posibilita la filtración de agua por sus grietas y cavernas; dicho proyecto también fue concebido por Luis Javier de la Torre González con la cooperación del Arquitecto Pedro Camarena[6] y la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, custodiado por la Universidad Nacional Autónoma de México. Para este fin, Camarena toma de base un primer jardín italiano, para conformar 15 jardines más, en el distribuidor vial del cruce de Insurgentes y Periférico Sur, que es donde están las esculturas de Polonia y España desde 1968 y, seis piezas más, reubicadas desde el 2011; con dichos jardines se crean recolectores naturales de agua pluvial, ofreciendo un lugar de inesperada belleza natural, donde el arte y la naturaleza se fusionan para crear un sitio inédito, ello  debido a la limpieza del terrero degradado, que propicia una arqueología urbana donde la basura extraída de las capas de tierra de relleno, da cuenta del paso del tiempo, propiciando la completa ausencia de especies extranjeras, y la reproducción segura de especies nativas sin ser afectadas por las primeras, produciéndose así, un laboratorio biológico único (Patronato Ruta de la Amistad A.C., s.f.).

Otro proyecto interesante, son los Bosques Comestibles (véase más adelante la figura 8), una idea creativa a cargo también de Luis Javier de la Torre, quien se basó en el proyecto ecológico inédito diseñado por Holger Heromini, donde se cultivan diversas especies de pepinos, lechugas, hierbas medicinales, jitomates, olivos, aguacates y manzanos. Este trabajo está ubicado en el distribuidor vial del cruce de Periférico Sur y Viaducto Tlalpan, y tiene una vocación ecológica, donde la propuesta de traslado de 10 esculturas tuvo como eje esencial, preservar hasta donde se pudiera las propiedades del paisaje urbano histórico de 1968, dejando aquellas originadas en el pedregal, y las que estaban en ambientes agrícolas en zonas similares como las de Israel, Marruecos, México y Francia, en este mismo lugar, como parte de un espacio público productivo, en torno a las piezas con una planeación estética que las integra, y una propuesta verde que invita a artistas y arquitectos de paisaje a plantear diseños visuales e intervenciones, unidos por los pasos a desnivel vehicular que existen en este territorio, con amplias banquetas que facilitan el desplazamiento peatonal, accesos por transporte colectivo limpio, como el tren ligero estación Xomali y el uso de bicicletas (Patronato Ruta de la Amistad A.C., s.f.).

Por último, el Museo de Arquitectura Urbana, es una acción social que fue implementada durante el avance de la recuperación ecológica del territorio de los dos anteriores distribuidores viales, y que se encarga de la conservación de las propiedades urbanas originales que quedaron suspendidas en el tiempo desde 1968, al estar escasamente intervenidas. Dicha acción social, ha llevado a cabo una restauración urbana, con el rescate y preservación de luminarias, coladeras, banquetas, barandales y sus trazos iniciales, los cuales salvaguardan los valores auténticos de la arquitectura y la funcionalidad que trae consigo una armonía estética; adicionalmente, se ha encargado de explorar el subsuelo urbano y de poner a la vista instalaciones olvidadas, que son parte activa del constante vivir en la urbe, como los ductos de agua potable y las galerías de bombas. Lo anterior se complementa con la presencia de vigilancia las 24 horas y 365 días del año, ante la tentación de autoridades y empresas privadas de colocar señalamientos y anuncios que contaminan la disposición visual de este paisaje urbano histórico, situación que tendría como consecuencia la alteración del uso efectivo de estos espacios públicos residuales, pues existe un riesgo de degradación cuando surgen cambios y usos que privilegian su usufructo. Así se busca también la promoción del orden visual y la educación ciudadana a través de prácticas como el libre tránsito, prohibición de comercio informal y extracción de tornillos de los postes retirados, que son peligrosos para quienes caminan por las amplias banquetas, donde conviven peatones y ciclistas que fomentan el respeto por las vías públicas, contribuyendo a una adecuada movilidad (Patronato Ruta de la Amistad A.C., s.f.).

Derivado de la reflexión teórica de toda esta problemática, la investigación se basa en la noción de paisaje urbano histórico como “la zona urbana resultante de una estratificación histórica de valores y atributos culturales y naturales, lo que trasciende la noción de ‘conjunto’ o ‘centro histórico’ para abarcar el contexto urbano general y su entorno geográfico” (UNESCO, 2011, p. 21) es decir, un patrimonio urbano, que según Amparo De Urbina (2018), considera las interrelaciones entre las partes por arriba de cada elemento que lo conforma y la relevancia de entender sus procesos de conformación, ya que todo en este, es más que la suma de las partes.

Como explica González-Biffis (2020), la aparición de este concepto evidencia la necesidad de considerar los elementos morfológicos tradicionales desde la relación con su entorno a través de las prácticas y valores de los actores sociales involucrados, para quienes el paisaje es un territorio percibido, cuya identidad es producto de la acción social y la interacción de factores naturales y/o humanos, que constituyen un mosaico de relaciones, de formas, funciones y sentidos.

Así, de acuerdo con Soto-Suárez y Muñoz-Castillo (2017), el paisaje urbano histórico es un patrimonio material e inmaterial, reconocido como un bien clave para mejorar la habitabilidad de los entornos e impulsar su economía y cohesión social en un contexto de cambio global, cuya protección activa y gestión sostenible, es indispensable para su progreso; otro elemento a considerar, es el reconocimiento de los valores originales, que como lo explica Rey Pérez (2018), se trata de prever las bases para la integración de su conservación dentro de estos, a través de la aplicación de diferentes herramientas acordes a los territorios locales involucrados e identificando elementos que impulsen el sentido de pertenencia e identidad; ya que según Chaos-Yeras (2018), en conjunto con la diversidad cultural y la creatividad,  genera desarrollo humano, social y económico, así como un insumo muy importante para mantener y enriquecer posteriormente, la cultura y el patrimonio.

Para Jordán-Salinas et al. (2020), este concepto, al asociar paisaje y territorio, integra al espacio físico, a los actores y su actual forma de vida dentro de una visión que valora sus dimensiones naturales, culturales y sociales, junto a las patrimoniales, esto al interrelacionar los componentes materiales e inmateriales de lo urbano, con los usos y costumbres de los habitantes de cada lugar, donde históricamente se han creado rasgos identitarios.

Erlij Abramson (2004), considera que el patrimonio urbano requiere, para su preservación y recuperación, actuar en el espacio público y consolidar el uso habitacional en su entorno, porque sólo con habitantes cuidando y queriendo vivir ahí por su connotación histórica y valoración social, es posible hacer sostenible el proceso de recuperación; y en el sentido de Malavassi Aguilar (2017) se trata de construirlo socialmente más allá del reconocimiento que le tengan las instituciones, para pasar a entenderlo como un proceso de anclaje donde son fundamentales las formas en que sus habitantes lo apropian, lo reinterpretan y lo producen.

Aunado a lo anterior, cabe aclarar que el Patronato Ruta de la Amistad A. C. no solo ha incidido con sus acciones sociales en el paisaje urbano histórico conformado alrededor de las esculturas asociadas a este, además es el custodio del acervo del Festival Mundial de Pintura Infantil, realizado dentro de la Olimpiada Cultural de 1968, así como la institución que rescató y restauró el último de los Judas Olímpicos[7] en existencia, los cuales son esculturas de papel maché de más de tres metros de altura, colocadas afuera de cada escenario olímpico. La escultura recuperada, representaba un jugador de hockey sobre pasto, que estuvo instalado en el exterior del Estadio Jesús Martínez “Palillo”, y al concluir el evento olímpico, quedó a la intemperie en el Centro Nacional de Hockey sobre Pasto, localizado en la Puerta 2 de la Ciudad Deportiva Magdalena Mixiuhca, en la Ciudad de México.

Las anteriores acciones sociales implementadas por iniciativa ciudadana en el marco del Patronato Ruta de la Amistad A.C., han construido diversos territorios en la Ciudad de México, con el propósito de beneficiar a la ciudadanía, en el sentido dado a estas prácticas colectivas por José Chávez (2021), que además aclara que estas constan de una serie de valores para el bien común, donde son reconocidas y agradecidas por la sociedad, constituyéndose de acuerdo con Lutz (2010) en un proceso dinámico y creativo que impulsa la reflexividad del individuo como parte de su rutina cotidiana; siendo para López (2005) reveladoras de los procesos de construcción/deconstrucción/reconstrucción del campo social.

Así, ante el abandono, degradación y olvido de la Ruta de la Amistad en específico, y del arte asociado a los Juegos Olímpicos de 1968, en general, estas acciones sociales, entre las que destaca el traslado de 10 de las 22 esculturas de su lugar de origen al actual (el 45.45%),  impactan en la vida colectiva, construyendo una narrativa sobre la conservación de este patrimonio material, que enriquece, a través del tiempo, el sentido que le confiere la ciudadanía, revalorando los entornos donde se asienta como parte del patrimonio urbano, para saber cómo es significado al integrar sus escenarios cotidianos, resultando esenciales las iniciativas del Patronato para motivar a los ciudadanos a conocerlo, preservarlo y apropiarse física y simbólicamente del mismo.

En este sentido, habrá que reconocer que el patrimonio urbano es un concepto que alude a todo el espacio público y privado construido en el pasado que integra las ciudades y es considerado como parte del legado colectivo que se debe preservar, en función de sus valores y propiedades históricas, estéticas, simbólicas, sociales, espirituales y culturales (Delgadillo, 2015).

Por ello, para entender la revaloración de la Ruta de la Amistad dentro del Museo de Arquitectura Urbana, como patrimonio urbano, aparte de identificar las acciones sociales implementadas por el Patronato y la narrativa que construye, habrá que interpretar el discurso de la ciudadanía desde la vida cotidiana, para entender su vinculación con el entorno de las obras escultóricas, derivadas de la Olimpiada Cultural de 1968, siendo relevante los resultados generales, para complementar los obtenidos en otras investigaciones sobre el legado de “México 68”, explicados en trabajos como: La Ruta de la Amistad. La mayor muestra escultórica del arte mundial[8] (Gallegos-Navarrete, 2022); Patrimonio de la XIX Olimpiada “México 68”: los retos para su preservación[9] (García-Ayala y Gallegos-Navarrete, 2017); y El legado de la Ruta de la Amistad en la urbanización de la Ciudad de México con una perspectiva inclusiva, de empoderamiento y equitativa en paz y armonía[10] (García-Ayala y Gallegos-Navarrete, 2021).

La hipótesis es que las acciones sociales desarrolladas por el Patronato Ruta de la Amistad A. C. revaloran este legado olímpico, impulsando la pertenencia socioterritorial de la ciudadanía a través del Museo de Arquitectura Urbana. El objetivo es entender el sentido de este patrimonio urbano que es parte del escenario de la vida cotidiana de los ciudadanos y conocer los efectos de estas intervenciones socioterritoriales en la percepción del paisaje para su preservación, reconocimiento, cuidado y disfrute.

A continuación, se explica cuál fue la metodología implementada para analizar las acciones sociales del Patronato Ruta de la Amistad A. C., su narrativa, y la percepción de la ciudadanía con respecto a este patrimonio urbano contenido en el Museo de Arquitectura Urbana, para posteriormente interpretar los significados de los discursos de estos dos tipos de actores y concluir con un debate sobre las implicaciones de los resultados para dicho legado olímpico.

El método de la hermenéutica profunda para la interpretación de las acciones sociales en la Ruta de la Amistad

Para interpretar el sentido del Museo de Arquitectura Urbana como escenario de la vida cotidiana de vecinos, avecindados y visitantes, así como las implicaciones del conjunto de acciones sociales emprendidas por el Patronato Ruta de Amistad A. C. en la reconfiguración de sus significados, se implementó el método de la hermenéutica profunda (Thompson, 2002),  el cual parte de un análisis de las formas simbólicas, objetivadas, actualizadas y subjetivadas, inmersas en contextos históricamente definidos y socialmente estructurados, dentro y por medio de los cuales estas son producidas, transmitidas y consumidas.

Con respecto a la Ruta de la Amistad estas formas objetivadas están relacionadas con los significados de los productos culturales, es decir, de los objetos físicos construidos socialmente que van desde el drenaje, los ductos de agua potable, las galerías de bombas, las coladeras, los barandales, los postes de luz, las banquetas, hasta las vialidades del Periférico Sur, Insurgentes Sur y Viaducto Tlalpan, las esculturas como el Reloj Solar y Tertulia de Gigantes (Figura 5), y las obras arquitectónicas como la Villa Olímpica Miguel Hidalgo, la Pirámide de Cuicuilco y el Centro Comercial Perisur (Figura 6), pasando por el territorio patrimonial integrado al Museo de Arquitectura Urbana, en las intersecciones de las avenidas Insurgentes y Periférico Sur, y de este con Viaducto Tlalpan; ambos escasamente intervenidos desde su construcción a lo largo de seis décadas.

Con relación a las formas actualizadas, estas están integradas por los significados de pautas de comportamiento, prácticas, reglas y costumbres realizadas por vecinos, avecindados y visitantes, como los desplazamientos peatonales y vehiculares (automotores y no motorizados) de traslado a otros sitios, los paseos que componen un itinerario para observar la Ruta de Amistad, los asolamientos, contemplaciones, creaciones de dibujos y toma de fotografías y videos de este paisaje urbano histórico, así como las visitas turísticas e intervenciones artísticas multidisciplinarias.

Figura 5. Tertulia de Gigantes en el área residual de una de las gazas norte del cruce del Anillo Periférico con Viaducto TlalpanFuente: Christoffer Lara, 2022
Figura 5. Tertulia de Gigantes en el área residual de una de las gazas norte del cruce del Anillo Periférico con Viaducto Tlalpan
Fuente: Christoffer Lara, 2022

Por su parte, las formas subjetivadas, están compuestas por los significados de los paisajes urbanos históricos, asociados a la memoria colectiva sobre un acontecimiento histórico para la humanidad como los Juegos Olímpicos de 1968, evocado por la Villa Olímpica Miguel Hidalgo o las esculturas de la Ruta de la Amistad; aquellos espacios que remiten al horizonte preclásico mesoamericano en el altiplano central que hoy ocupa la Ciudad de México como los restos arqueológicos de Cuicuilco, fragmentos unidos temporalmente, al dirigir la mirada hacia los grandes taludes que estructuran el basamento troncocónico más importante del antiguo asentamiento urbano, dialogando, con las coloridas esculturas del Museo de Arquitectura Urbana y el moderno contexto construido.

Pero, también, estos lugares de alta significación que forman parte de este paisaje histórico urbano remiten a una cultura específica como la interrelacionada con la identidad olímpica en el caso de la villa, o la entretejida con la citadina de los habitantes de la Ciudad de México, o aquellas conformadas por el amor al arte que humaniza la urbe, vinculada a los eventos de intervención artística hechos en las esculturas de la Ruta de la Amistad.

Estas obras urbano arquitectónicas como lugares de alta significación, también forman parte de imaginarios estéticos asociados a la alegría o prestigio que despierta el recuerdo de los entrenamientos de atletas de primer nivel mundial para la XIX Olimpiada en la Villa Olímpica Miguel Hidalgo, o la tristeza que emana de las ruinas de la Pirámide de Cuicuilco[11], o el reconocimiento y fascinación producidas por las esculturas de la Ruta de la Amistad con sus formas, monumentalidad y colores espectaculares.

Figura 6. Centro Comercial Perisur a un costado Reloj Solar en el área residual de la gaza noreste del distribuidor vial del Anillo Periférico con InsurgentesFuente: Christoffer Lara, 2022
Figura 6. Centro Comercial Perisur a un costado Reloj Solar en el área residual de la gaza noreste del distribuidor vial del Anillo Periférico con Insurgentes
Fuente: Christoffer Lara, 2022

Lo anterior, es primeramente analizado en la fase de la hermenéutica de la vida cotidiana o de la doxa (Thompson, 2002) que consiste en aplicar la técnica de la etnografía para obtener un punto de vista inicial de los investigadores, sobre este patrimonio urbano detentado en el Museo de Arquitectura Urbana, con ello se descifran los significados de los productos culturales, las pautas de comportamiento, las prácticas colectivas, las reglas, las costumbres, las acciones sociales, los paisajes y los imaginarios, entretejidos en este territorio, sin considerar los sentidos otorgados por otro tipo de actores.

Esta primera interpretación será variada en la segunda fase que corresponde al denominado marco metodológico de la hermenéutica profunda (Thompson, 2002), inicialmente a través del análisis sociohistórico del territorio patrimonial estudiado y todo lo que contiene, para dilucidar el sentido que tenían las formas simbólicas objetivadas, actualizadas y subjetivadas, presentes en épocas pasadas en la vida cotidiana de este patrimonio urbano, pero también recientes, como cuando se urbanizó este entorno con motivo de los Juegos Olímpicos de 1968, al construir la Villa Olímpica Miguel Hidalgo, el Periférico Sur, y la Ruta de la Amistad; o cuando se implementan acciones sociales como el Museo de Arquitectura Urbana, el Programa de Intervenciones Artísticas Multidisciplinarias, los Jardines Nativos del Pedregal y el Proyecto de Bosques Comestibles por el Patronato Ruta de la Amistad A.C.

Esta variación se complementará con los aportes del análisis formal o discursivo (Thompson, 2002) de los actores que viven cotidianamente alrededor del Museo de Arquitectura Urbana, a partir de entrevistas abiertas desarrolladas también con otros actores, como los encargados del Patronato Ruta de la Amistad A. C., para conocer los significados y valores asociados a todo este paisaje urbano histórico.

Por último, se hizo una interpretación-reinterpretación del punto de vista inicial de los investigadores obtenido en la hermenéutica de la doxa (Thompson, 2002), a partir de los aportes y hallazgos obtenidos en los análisis sociohistórico y discursivo, para obtener los resultados de este estudio sobre el patrimonio urbano asociado a la Ruta de la Amistad en el territorio comprendido dentro del Museo de Arquitectura Urbana y las implicaciones de las acciones sociales implementadas por el Patronato Ruta de la Amistad A.C., para deducir la posibilidad de replicar dichas estrategias en otras investigaciones sobre el legado de “México 68”, y reflexionar sobre las implicaciones de su manejo y salvaguarda.

Interpretación de la narrativa del Patronato Ruta de la Amistad A. C.

El Patronato Ruta de la Amistad A.C., fundado en agosto de 1994 para resguardar y restaurar las esculturas, ha creado eventos culturales alrededor de las mismas para mantenerlas con vida, ya que después de los Juegos Olímpicos de 1968, la Ruta quedó casi olvidada, y el crecimiento descontrolado y fragmentario de la ciudad la fue desplazando, ocultando, deteriorando y a veces, fueron objeto de apropiación por empresas particulares al quedar, debido a la irregularidad de la planificación urbana y la corrupción, dentro de los terrenos de las mismas. Ante tal situación, Fernanda Angulo, directora de comunicación del Patronato comenta:

Pues como todo acervo patrimonial, creemos que es de suma importancia conservarlo no solo para conocer la historia de nuestro país, sino también para recordar la importancia del arte en la sociedad, porque nos falta hoy en día sensibilizarnos, a través del arte público en el México moderno, se quiso llevar el arte a las calles para que todos accedieran a él… Nosotros somos una colección que está a la vista del público los 365 días del año, a la intemperie, Y eso obviamente son retos a los que nosotros nos enfrentamos, estas esculturas fueron creadas para darle una visión moderna a nuestro país. 1968 fue un año controversial en el mundo, y el hecho de que nosotros fuéramos quienes íbamos a recibir a tantos países en las olimpiadas, nos metió una presión extra y creo que México 68 se lució, demostramos que éramos igual de capaces que cualquier otro país desarrollado… Entonces, es un recordatorio que estas esculturas, fueran creadas por artistas de los cinco continentes que creyeron en un proyecto mexicano, y estuvieron dispuestos a mandar un diseño, a crear una escultura abstracta de esas dimensiones (Angulo, 2020, 9m40s).

Un acercamiento a la concepción original del proyecto recuerda qué hubo detrás del mismo, exaltando este esfuerzo creativo. El artista olvidado, como sujeto, mantuvo un espacio propio de explosión creativa, dentro de un contexto ideológico dominante, inherente a la tensión del arte que siempre vehicula procesos sociales, razón por la cual es sancionado desde la mirada del autoritarismo, perseguido y controlado históricamente, al integrar un sistema simbólico que trasciende la intencionalidad de sus gestores (González-Rey, 2008).

…y algo que es interesante en la gestación de La Ruta de la Amistad, es que justamente Matías Goeritz, reproduce el dictado hegemónico al establecer como requisitos: que las obras fueran monumentales, preferentemente de concreto y que fueran formas abstractas, para que no manifestaran ideologías políticas, ya que justo una de las razones por las que México es seleccionado para albergar los Juegos Olímpicos, es porque éramos un país relativamente neutral en el contexto político de la Guerra Fría (Angulo, 2020,11m20s).

Esa liminaridad intersticial del arte abstracto, obliga a quien lo observa, a deconstruir una interpretación, apelando a su capital cultural, a la memoria histórica hoy en pedazos, y a su imaginario proyectado en este, demandando a quienes recrean la emoción estética, un posicionamiento de articulación de factores socioculturales que es necesario y urgente que fomente el espacio público. Esto último, es el ethos de la valiosa tarea que tiene el Patronato, que requiere trabajar en la formación de un tejido dialogal que supere la impronta impuesta a las esculturas por el contexto y la urbanización acelerada que condicionan su invisibilidad y desarraigo.

Los retos para la preservación de la Ruta de la Amistad parten de la dinámica sociodemográfica y de expansión territorial de la mancha urbana, ya que la Ciudad de México es una de las más pobladas en el mundo y cada vez se construyen más edificios, más centros comerciales; las vías de comunicación están saturadas, y las esculturas al encontrarse inmersas en esta jungla de concreto, hacen su conservación muy compleja.

A diferencia de otros museos que tienen seguridad y protección de sus colecciones, nosotros estamos a la intemperie, eso significa constantes amenazas, no solo de lo obvio que podría ser el vandalismo,… sino que también nos enfrentamos a la poca planeación de la ciudad, en donde solamente es construir y no se piensa en el impacto socioambiental, ni en la gente… Uno de los retos fue la construcción del segundo piso [del Anillo Periférico] hace unos años, lo que representó el reto más difícil del Patronato; ya que se tuvo que enfrentar, a los actores que consideraban destruir las esculturas y ahí fue cuando el patronato intervino y dijo: ¡No, esto es un acervo patrimonial histórico de nuestro país y del mundo!, porque son esculturas donadas por artistas de diferentes países y tenemos que hacer algo para preservarlo… Fue así como con el apoyo de la World Monument Found y la intervención de algunas embajadas, se logró reubicar varias de estas piezas, que se encontraban a lo largo del Periférico Sur. Las trasladamos al “trébol uno”, que es la intersección de Periférico e Insurgentes, ahí tenemos varias de las esculturas agrupadas, lo que vuelve más fácil preservarlas… También algo importante, es que las esculturas al estar en este nuevo espacio, potencializa un nuevo diálogo a la colección, a pesar de que ya no estén ubicadas linealmente en el original corredor escultórico de 17 km de longitud (Angulo, 2020, 19m32s).

De forma que, la acción social, sobre este paisaje histórico urbano, tiene implicaciones complejas, que es necesario resaltar. Primero parte de una iniciativa ciudadana legítima, generada ante la perplejidad que suscita el avance avasallador de la urbanización predadora, empujado por el capital financiero mediante prácticas de despojo y gentrificación.

Por otro lado, dentro del discurso sostenible, que incluye como cuarto pilar además del ecológico, social y económico, a la cultura, se legitima el impulso por el respeto a la diversidad que, en el urbanismo, se relaciona con la preservación del patrimonio construido, la memoria histórica que contiene y la participación de la ciudadanía en la conceptualización, gestión y desarrollo del espacio urbano; donde es el espacio público en su larga crisis, el escenario más privilegiado, para rehabilitar la vida urbana (Borja y Muxí, 2003).

Considerando lo anterior, las acciones sociales del Patronato Ruta de la Amistad A.C., desde una visión ecológica en el espacio público comprendido en los fragmentos residuales de las intersecciones entre las avenidas Insurgentes Sur y Periférico Sur, creó los Jardines Nativos (Figura 7), y entre las vialidades de Viaducto Tlalpan y Periférico Sur, instaló los Bosques Comestibles (Figura 8), mismos que permitieron regenerar tejido social alrededor del proyecto del Museo de Arquitectura Urbana. Estos logros generan sostenibilidad de largo alcance, que parte de la naturaleza para trascender a los ámbitos culturales e históricos con un sentido ciudadano.

Figura 7. Jardines Nativos al lado del Hombre de Paz en una de las gazas del distribuidor vial del Anillo Periférico con InsurgentesFuente: Christoffer Lara, 2022
Figura 7. Jardines Nativos al lado del Hombre de Paz en una de las gazas del distribuidor vial del Anillo Periférico con Insurgentes
Fuente: Christoffer Lara, 2022
Figura 8. Bosques Comestibles en el espacio residual del cruce del Anillo Periférico con Viaducto TlalpanFuente: Christoffer Lara, 2022
Figura 8. Bosques Comestibles en el espacio residual del cruce del Anillo Periférico con Viaducto Tlalpan
Fuente: Christoffer Lara, 2022

En segundo lugar, estas intervenciones ponen nuevamente en la mesa, el derecho a la ciudad, que se vuelve factible mediante la acción social que se originó desde una iniciativa individual, permitiendo la creación del Patronato como figura jurídica, desde donde se puede desarrollar a través de sus programas, un proceso de reapropiación socio territorial de La Ruta de la Amistad. Dicha actualización de la acción social es un ejemplo de “urbanismo alternativo, basado en la equidad, diversidad, participación y sostenibilidad, es decir, en la voluntad de promover y consolidar una democracia realmente participativa y medioambientalista” (Montaner y Muxí, 2011, p.2).

Además, los programas que está desarrollando el Patronato, tienen una visión integradora, colectiva y multifuncional que articulan, el rescate ecológico, la recuperación de la memoria histórica y la generación de tejido comunitario; estas prácticas culturales, están coadyuvando a una resemantización apropiativa que es la base para que los actuales jóvenes ciudadanos consoliden el reconocimiento y la continuidad del patrimonio, así como el cuidado del paisaje urbano histórico de la Ciudad de México.

Interpretación de la narrativa de la ciudadanía sobre la Ruta de la Amistad

El sistema urbano desplegado por la modernidad, que pondera un uso funcional, lucrativo y fragmentado del territorio, ha favorecido la crisis del espacio público y su cualidad propia de lo urbano, como escenario de realización humana. Con ese telón de fondo, se recuperaron los ecos de la doxa y la experiencia de aquellos ciudadanos que, a través de sus trayectos cotidianos, de su cercanía habitable o de la simple casualidad y descubrimiento, accedieron a expresar su relación con los objetos artísticos que conforman esa conceptualización estética llamada Ruta de la Amistad.

A través de una serie de notas manuscritas de entrevistas abiertas in situ, aplicadas aleatoriamente durante dos años a ciudadanos que habitan y/o circulan en las inmediaciones de la zona, se recabó información alrededor de algunas de las inquietudes de investigación, que integraron los guiones para detonar la narrativa dialógica de los actores como, por ejemplo: ¿Conoce el proyecto escultórico de la Ruta de la Amistad? ¿Qué significado tienen estas esculturas para usted? ¿Qué opina de la interacción de las esculturas con el espectador? ¿Cuál es su opinión sobre la importancia de este proyecto artístico? ¿Cree que el Movimiento Estudiantil del 68, está relacionado con la indiferencia social hacia las esculturas de la Ruta de la Amistad? ¿Cree que deberían tener más protagonismo, mantenimiento y acceso a ellas? ¿Qué ayudaría para que la comunidad apoye este tipo de proyectos de rescate?

El trabajo de campo con los ciudadanos en este territorio nodal que expone el complejo palimpsesto (Vergara-Figueroa, 2014) temporo-espacial, común en la mayoría de las ciudades con una larga tradición histórica, imprime abruptamente la convivencia del preclásico mesoamericano, con la mirada que transita por la arquitectura y el urbanismo en sus intentos de modernización, hasta los complejos edilicios que dialogan espejeando la posmodernidad, en el actual contexto neoliberal globalizante. Así, los ciudadanos entrevistados a ras de suelo participan en una paradoja; por un lado, hay dos ejes de flujo constante, que intermitentemente van de la velocidad a la lentitud, impuesta por la movilidad automotora de acuerdo con el día y la hora de observación del fenómeno, y en esa misma escala, pero a pie, los urbanitas esperan acceder al transporte público o caminan a los márgenes de esas circulaciones, que nunca fueron proyectadas para hacer del caminar, un placer estético o edificante. Transitar ahí, de antemano, representa una experiencia donde la constante, es una sensación de inferioridad y repliegue impuestos por la primacía del automóvil, el caos y la inseguridad. Ahora, este espacio representado cotidianamente, expone un escenario audiovisual, disruptivo e ininteligible, sobre todo para el peatón, que, desprotegido del encapsulamiento sensorial del automóvil, poca oportunidad tiene para generar una experiencia de contemplación estética en el sentido de J. Pallasmaa (2012).

Hoy, a pesar de las intervenciones de que ha sido objeto, ese escenario sigue generando incertidumbre, pues no es un espacio público que acoja al sujeto para la contemplación, debido a que continúa el imperativo de la circulación anónima, y expele su naturaleza residual entre edificios y vías que priorizan la monumentalidad y simulan un vano embellecimiento urbano. Las esculturas que hoy forman parte del paisaje urbano histórico, de la otrora modernización de la capital mexicana en el contexto de los Juegos Olímpicos de 1968, emergen y gritan sordamente su vitalidad estética. Los ciudadanos que compartieron su experiencia vivida en la cotidianidad de este espacio público expresan, en su mayoría, una atmósfera de invisibilidad en torno a las esculturas. Los cuerpos geométricos de las mismas están ahí, pero vaciados de su sentido original[12]. Los testimonios de ciudadanos jóvenes, que integran la mayoría de la población, giran alrededor de la ceguera que da la extrañeza y la desconexión propiciada por una suerte de adelgazamiento de la memoria histórica de la ciudad, y una sensación de inaccesibilidad fomentada por la topografía de la zona y el abigarramiento visual del entorno construido:

Antes de que construyeran el segundo piso del periférico sí se apreciaban, pero al construir también edificios muy altos, absorbieron las esculturas y la intención de estas. Se ven bonitas, pero pasan desapercibidas, son como partes y dices…- ¿Qué es esto? ¡Quítenlo! (S. Sánchez, comunicación personal, 22 de agosto de 2017).

Tienen un valor simbólico, pero no sabemos de qué…aunque se ven bonitas. Yo las veo como unos muros nada más, no sé qué significan… (J. D. Olivo, comunicación personal, 22 de agosto de 2017).

Algunas han sido modificadas, pero no tienen acceso al público las tienen abandonadas socialmente, muchas están descoloridas y se ven feas; es importante que tengan cada una su explicación, porque no sabemos qué significan (E, Hernández, comunicación personal, 22 de agosto de 2017).

Por su abandono, no tiene conocimiento la ciudad de que es un lugar histórico, además están muy escondidas, no se visualizan, no sabemos que son esculturas, solo se ven como unos muros, deberían tener más importancia, ponerles una explicación para saber qué son, que no estén encerradas (A. Pérez, comunicación personal, 22 de agosto de 2017).

Suponemos tienen importancia, pero están en el abandono, las vemos desde afuera porque están encerradas, deberían estar a la vista. Sí que las cuiden, más difusión saber quién las hizo y lo que significan, tomando en cuenta a los artistas… (J. D. Olivo, comunicación personal, 22 de agosto de 2017).

La doxa de la acción social, resulta inquietante, al constatar la desvinculación que existe entre un proyecto urbano generado desde la representación del espacio público (Lefebvre, 2013), que conceptualizó una visión política económica del desarrollismo de una modernidad colonizadora, al reivindicar y poner en diálogo la cultura local con lenguajes estéticos ajenos a los universos de sentido de este territorio todavía tradicional, por medio de la Olimpiada Cultural, fundamento de la Ruta de la Amistad; que provoca que las nuevas generaciones, ajenas a ese momento histórico e inmersas en la virtualidad que fragmenta la percepción de la realidad, el discurso y la memoria histórico colectiva, sean deudoras de un quiebre discontinuo en la acción social, que intenta reconstruir la experiencia artística como intercambio y recomposición de las subjetividades y la identidad cultural.

La relación con un entorno visual hiperestimulante para los sujetos, vuelve eso que nació como una obra de arte, en un objeto mudo, que requiere una traducción, una guía para volverlo inteligible, propio y adjudicarle un sentido socio estético reflejante de una realidad y/o proyector de imaginarios urbanos que posibiliten un espacio público acogedor y productor de tejido social, a partir de la percepción y disfrute del paisaje urbano histórico que el Museo de Arquitectura Urbana busca provocar en los ciudadanos.

La Ruta de la Amistad surgió con la impronta de generar lazos comunitarios desde la interculturalidad, como un intento simulado de disolución del conflicto inherente a la convivencia compleja; ahora las esculturas, requieren una resemantización, pues  “paralelo a este gusto decorativo …, se produce una tendencia a aligerar el arte de su contenido crítico, de su actitud transgresora, innovadora y por momentos corrosiva, se trata de una particular tendencia a despolitizar el arte …” (Vásquez-Rocca, 2009, p.6).

Además, los discursos de los ciudadanos que, en su juventud, vivieron los Juegos Olímpicos de 1968, recuerdan el impacto visual de la Ruta de la Amistad y su cometido ideológico; pero, quedó como una herida abierta el contexto sociopolítico que precedió el magno evento deportivo: el Movimiento Estudiantil del 68. Siendo esta huella coadyuvante del paulatino abandono, estigmatización y vandalización que ha sufrido este patrimonio urbano. “… la matanza de esa magnitud dañó la conciencia del país. Pues yo creo que, sí afectó, porque fue una cosa muy miserable, para los estudiantes y para el pueblo, inclusive para los soldados que muchos ahí murieron” (J.M. Dávila, comunicación personal, 26 de julio de 2018). Así, la memoria colectiva también reitera ese enfoque:

Ha tenido esa connotación negativa a través del tiempo; la Ruta de la Amistad, es alusiva al 68 de las olimpiadas, más no a lo que era socialmente México en ese entonces. Creo que ahí está divorciado, un México del otro. Yo era joven, lo viví y vi, cómo los granaderos perseguían a los estudiantes, y a nosotros en la escuela nos decían que los maestros eran malos. Y cuando ya pasó el tiempo, pues me di cuenta de que era mentira, empecé a ver la realidad, las consecuencias de la represión masiva (D.M. Canales, comunicación personal, 26 de julio de 2018).

Es importante valorar la continuidad de las acciones sociales tendientes a profundizar la  rehabilitación de este patrimonio urbano, histórico y artístico, que permiten potencializar desde la memoria poética, integrada por recuerdos y evocaciones emocionales altamente significativas, el imaginario estético de los ciudadanos en la Ciudad de México, y sobre todo de aquellos que viven en el entorno inmediato a estos espacios públicos y/o residuales, que hagan evidente su vulnerabilidad ante la amenaza del urbanismo neoliberal, pero que vayan más allá e impulsen la apropiación física y simbólica de este paisaje urbano histórico al reapropiarlo como un escenario cotidiano para estar, disfrutar y permanecer.

Discusión sobre las acciones del Patronato Ruta de la Amistad A. C. para la conservación del patrimonio urbano

El Patronato Ruta de la Amistad A.C., creado por iniciativa ciudadana, ha emprendido una labor de restauración y rescate de esta Ruta, con el apoyo de patrocinadores de la iniciativa privada y pública, implementó el programa de Intervenciones Artísticas Multidisciplinarias, cuya intención fue la apropiación de las esculturas y su entorno mediante actividades culturales, convirtiéndose en el custodio del acervo artístico del programa cultural de los Juegos Olímpicos de 1968.

La labor anteriormente señalada ha permitido la recuperación y posterior conservación de este patrimonio olímpico, pero también ha sacado las esculturas del anonimato. La promoción de paseos y souvenirs no solo es un mecanismo para recaudar recursos, sino también es una forma de sociabilizar los espacios públicos donde se ubican estas esculturas. Convertir sus entornos en espacios lúdicos, que sirven como un primer acercamiento a este paisaje urbano histórico, sus valores y su prestigio mundial.

El espíritu con que nació la Ruta de la Amistad, como un modo de unir los cinco continentes a través del arte, ha continuado a partir de los esfuerzos del Patronato, pues en la recuperación y reubicación de las esculturas han participado varios países a través de sus embajadas como, Suiza, República Checa, Japón, Francia, Hungría, Uruguay, Italia, Estados Unidos, Bélgica, Polonia, España, Australia, Austria, Países Bajos, Israel y Marruecos.

La Ruta de la Amistad, aun cuando perdió la característica de ser la ruta escultórica más larga del mundo, continúa siendo un símbolo de fraternidad entre países sin distinción de particularidades culturales, así como la mayor muestra del arte de la segunda mitad del siglo XX, y en específico de 1968, un año que cambió la historia de la humanidad, en pleno apogeo de la Guerra Fría, de ahí que su significado trasciende a las fronteras locales.

Para el Patronato, su labor es importante tanto para dar a conocer la historia, como para humanizar el espacio público a partir del derecho al disfrute y su uso. Ello reivindica el derecho a la democratización en la producción del espacio (Lefebvre, 2013), que se manifiesta en acciones sociales con una perspectiva que regenera tejido social, al promover prácticas de apropiación física y simbólica heterogéneas que enlazan la ecología, la memoria histórica y el arte urbano.

Así, estas acciones son sumamente importantes ante los procesos de estigmatización, degradación y abandono que tuvo la Ruta de la Amistad, que produjeron un desconocimiento general en la ciudadanía de los valores de este paisaje urbano histórico, exacerbado por el carácter abstracto de las esculturas, lo que dificultó la legibilidad de sus significados, hasta hacerse casi incomprensibles, no solo dentro del entorno donde se ubicaban, sino donde se encuentran actualmente.

Estas acciones sociales del Patronato Ruta de la Amistad A.C., contribuyen a que la ciudadanía revalore el paisaje urbano histórico, fortaleciendo en primera instancia el apego a las redes de sociabilidad, entretejidas por cada una de las acciones sociales implementadas en este, y en segunda instancia, el arraigo hacia al entorno patrimonial contenido en el Museo de Arquitectura Urbana.

Con ello se impulsa un sentido de pertenencia socio territorial basado en el prestigio de las obras escultóricas, el afecto hacia las mismas, la búsqueda de una mejor calidad de vida por el bien común, la corresponsabilidad ciudadana en su cuidado, el derecho a disfrutar su paisaje; pero sobre todo del reconocimiento de sus valores y atributos históricos, estéticos, simbólicos, sociales y culturales de este escenario de la vida cotidiana.

Los principales aportes de la investigación son: contribuir a la identificación de los valores de las acciones sociales implementadas para la rehabilitación, rescate y conservación de un patrimonio urbano como la Ruta de la Amistad; impulsar el conocimiento sobre el impacto de estas prácticas que además de transformar este paisaje  urbano histórico[13], forman parte de una narrativa legítima y auténtica, más amplia, sustentada en el derecho a la ciudad; comprender las limitaciones y la resemantización de este legado olímpico e impulsar un sentido de pertenencia socio territorial más profundo sobre este; así como promover el entendimiento y valoración de este tipo de acciones, con un sentido de corresponsabilidad ciudadana.

En cuanto a los problemas abiertos que quedan planteados, hace falta profundizar en el análisis e interpretación de las interrelaciones entre las acciones sociales vinculadas al patrimonio urbano de carácter olímpico[14], para enriquecer su conocimiento; lo que implica conocer las amenazas que se ciernen sobre el mismo y sus condiciones de vulnerabilidad, los riesgos de que se pierda o se transformen sus valores irreparablemente y se olvide su esencia. Además, hay que ver cómo se interrelaciona todo el legado patrimonial de los Juegos Olímpicos de 1968, para impulsar políticas públicas más adecuadas para su manejo y salvaguarda sostenible.

Referencias

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NOTAS

[1] Pedro Ramírez Vázquez, nació en 16 de abril de 1919 y murió el 16 de abril de 2013 en la Ciudad de México. Desarrolló una amplia e importante actividad como arquitecto, urbanista, diseñador, escritor, editor y funcionario público sobre todo durante las décadas de los sesenta y setenta.

[2] Werner Mathias Goeritz Brunner, nació en Danzig, hoy Gdansk el 4 de abril de 1915; muere en la Ciudad de México el 4 de agosto de 1990. Artista y arquitecto abstracto, figura importante para el desarrollo de la modernidad plástica y arquitectónica mexicana.

[3] Luis Javier de la Torre, nace en 1964 en la Ciudad de México, autodidacta, ha tenido una relación permanente con el arte y la comunicación; inicia sus actividades profesionales en 1987 en las artes gráficas. En 1992 tiene su primer contacto con la Ruta de la Amistad, México ‘68, y dedica dos años a la investigación de este acervo. En 1994 crea al lado del Arq. Javier Ramírez Campuzano el Patronato Ruta de la Amistad A.C. institución que se avoca a rescatar, conservar y difundir el legado Cultural de los Juegos Olímpicos.

[4] Javier Ramírez Campuzano nació en la ciudad de México arquitecto egresado de la Universidad Anáhuac, desde 1986 empezó a colaborar en el despacho de su padre, el Arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, donde ha participado en el diseño y realización de obras a nivel nacional e internacional.

[5] El distribuidor vial, enlace viario, intercambiador vial, entronque vial o nudo vial, es una intersección de dos o más vialidades donde al menos una tiene un paso a diferente nivel y una o más rampas de acceso, de forma que el tráfico de al menos una de las vías atraviesa el enlace sin cruzar directamente ningún otro flujo vial. De acuerdo con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de México, los tréboles son un tipo de intersección a desnivel que emplea rampas en forma de gaza para acomodar los movimientos que dan vuelta a la izquierda. A las intersecciones con gazas en todos los cuadrantes se les denomina tréboles completos y al resto, tréboles parciales (Dirección General de Servicios Técnicos, 2018, p. 502).

[6] Pedro Camarena Berruecos, es Arquitecto Paisajista egresado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y Maestro en Desarrollo Sustentable por la Universidad Nacional de Lanús/Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales, Cátedra UNESCO para el desarrollo sustentable, La Plata, Argentina. Profesor de asignatura en la materia de Taller de Diseño desde el año 2002, en la Unidad Académica de Arquitectura de Paisaje, Facultad de Arquitectura, UNAM. Ha trabajado para el gobierno del D.F., fue encargado del área de proyectos de parques y jardines de la Dirección General de Obras, Delegación Tlalpan. Director de Planeación y Programación de Obras de la Secretaría del Medio Ambiente y Director del Proyecto de Ciclovías para la Ciudad de México, SMA-GDF. Actualmente se desempeña como encargado del área de Proyectos Especiales y Diseño de Paisaje en la Secretaría Ejecutiva de la Reserva Ecológica, C.U., UNAM. Ha sido ponente en congresos nacionales e internacionales y ha publicado libros y artículos sobre Xerojardinería, restauración ambiental urbana, construcción de ciclovías e Infraestructura Verde. http://www.agua.unam.mx/perfiles/pedro_camarena.html

[7] Los judas, son figuras artesanales de cartonería que en México tradicionalmente se queman al final de las celebraciones populares de la “Semana Santa”. Para la Olimpiada de “México 68” como parte de la señalética de las sedes de cada competencia, se hicieron figuras monumentales basadas en este arte popular, denominadas “judas olímpicos”.

[8] En este trabajo se hace un análisis del origen y desarrollo de la Ruta de la Amistad, dando cuenta de su importancia dentro del arte a nivel mundial.

[9] En este trabajo se hace una explicación de las principales instalaciones que integraron los Juegos Olímpicos de 1968, su importancia, y los retos que entraña su conservación en el siglo XXI.

[10] En este trabajo se interpreta la importancia actual de la Ruta de la Amistad, a partir los criterios de inclusión, de empoderamiento y equidad en la búsqueda de paz y armonía en el contexto de la Guerra Fría, que forman parte de los legados de sus creadores para las generaciones actuales.

[11] Basamento piramidal circular o troncocónico del centro ceremonial de la antigua Cuicuilco al sur de la actual Ciudad de México. Cuicuilco, así llamada posteriormente por los mexicas, fue una ciudad mesoamericana construida en el periodo preclásico (800 a.C. a 250 d. C.) y destruida por la erupción del volcán Xitle que forma parte de la serranía del Ajusco.

[12] Una de las condiciones para la participación de los artistas urbanos, era que sus esculturas fueran abstractas, para evitar nacionalismos, y destacar su estética percibida desde la lejanía, pero con el crecimiento urbano, esto fue más difícil. Muchas carecían, originalmente, de un nombre, pero con el tiempo, los observadores las identificaron con objetos conocidos y las esculturas tomaron esas denominaciones.

[13] Cabe reiterar que para esta investigación el paisaje urbano histórico es entendido en el sentido que establece la UNESCO, como el territorio de la ciudad producto de procesos históricos que integran atributos culturales y naturales, donde se abarca el contexto citadino general y su entorno espacial.

[14] Los elementos que incluye el término patrimonio urbano de carácter olímpico son: patrimonio, entendido como el conjunto de bienes y derechos, cargas y obligaciones, pertenecientes a una colectividad; urbano, significado como algo concerniente o relativo a la ciudad; y olímpico, que es valorado como de la Olimpiada que tiene relación con ella, por lo que, en conjunto hacen referencia a los acervos propios de una metrópoli que fueron parte de una edición de los juegos olímpicos, y que han sido legados a la humanidad, que tiene facultades, a la vez que deberes, interrelacionados con sus labores de conservación.

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