Petroglyphs on the slope of the ball game in Tehuacalco
Joel Jiménez Pérez
Licenciatura en Arqueología, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Maestría en Restauración Arquitectónica (ENCRYM), Diplomado en Arqueología Subacuática (ENAH). Experiencia profesional en prospección, excavación, análisis de materiales y Restauración Arquitectónica en varios estados de la República Mexicana por contratos durante 34 años. Email: joej222000@yahoo.com.mx. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9334-8510.
Alicia Bracamontes Cruz
Maestra en Arqueología (2010) y Licenciada en Arqueología (2000) popr la Escuela Nacioanal Antropología e Historia (ENAH). Ha laborado por 25 años como profesora de educación primaria y 12 años para INAH, realizano
trabajos de arqueológicos prospección, excavación, análisis de materiales en diferntes estados de la república mexicana y en el centro histórico de la Ciudad de México. Tambien ha realizado trabajos de arqueología industrial
en la mina de Ojuela en el Estado de Durango y el catálogo de piezas y sitios en diferentes estados de la república mexicana. Email: alicia.bracamontes2006@hotmail.com. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3608-7972
Recibido: 16 de mayo de 2018.
Aceptado: 05 de diciembre de 2019.
Disponible en línea: 01 de enero de 2020.
CC BY-NC-ND
Resumen
Se realizaron trabajos de excavación y conservación en el talud del juego de pelota de Tehuacalco, en el Estado de Guerrero, México. El objetivo de esta investigación es presentar los seis petrograbados que se encontraron en los taludes de las plataformas paralelas. Cinco en el talud Oeste, y uno en el talud Este. Así mismo se propone su simbolismo con el apoyo de fuentes documentales y datos arqueológicos. La metodología de análisis de estos petrograbados consideró: su ubicación, técnica de manufactura, dimensiones y analogías formales de carácter iconográfico. Se concluye que los petrograbados son representaciones de los siguientes elementos: (a) el agua, (b) lirios acuáticos, (c) máscara o mariposa, (d) El dios Tláloc, (e) sol o tortuga, (f) y una maqueta del sitio.
Palabras clave: juego de pelota, petrograbados, Tehuacalco.
Abstract
Excavation and conservation of this property were carried out and the on the slope of the ball game in Tehuacalco, on the Guerrero State, México. The objective of this article is to present the six petroglyphs. Five of them are located on the West slope [three on the South side and two on the North side] and one on the East slope [on its South side]. We will also show its symbolism with supporting information from documentary sources and archeological data. The methodology of analysis of these symbols considered was: location, engraving technique, dimensions and formal analogies of iconographic character. It is concluded that the petroglyphs are representations of the following elements: (a) water (b) water lily, (c) mask or butterfly, (d) The god Tláloc, (e) sun, turtle or nenumar and (f) a site mockup.
Keywords: ball game, petroglyph, Tehuacalco.
Introducción
Tehuacalco[1] es un sitio arqueológico (1100 a 1521 d.C). Se ubica en el Municipio de Chilpancingo, en el Estado de Guerrero, México. La desviación se encuentra sobre la carretera 95 Chilpancingo de los Bravo hacia Acapulco. Las comunidades más cercanas son La Haciendita, Carrizal de la Vía, El Potrero, Garrapatas, y la más grande es Tierra Colorada. Este asentamiento, considerado ceremonial, está en las partes altas, y alrededor están los cerros la Compuerta, Tierra Colorada y Gavilán. En él hay dieciocho estructuras identificadas, pero nos centraremos en el Juego por los petrograbados encontrados en sus taludes, que se descubrieron en la temporada de campo de mayo a diciembre de 2007 (Figura. 1).

El juego de pelota de Tehuacalco, tiene dos edificios paralelos (10-A al Este y 10 B al Oeste) con talud desplantado en su parte inferior en un muro vertical corto sobre el piso de la cancha. Transversal a éstos edificios (Figura.2) hay dos patios extremos a los que se les denominó Cabezal Norte (cuyo lado Suroeste presenta un acceso de cuatro escalones) y Cabezal Sur, el cual tiene otro acceso en la esquina Noreste con cinco escalones; los cabezales están limitados por tres paredes rectas, dos cortas y una larga, con un nicho en forma de cubo en la parte central. El juego de pelota es del tipo cerrado, y su forma de “I” latina o de doble “T” (Figuras 3 y 4).



Al descubrir los seis petrograbados surgieron las siguientes preguntas ¿Qué representan?, ¿qué significado tendrían dentro del juego de pelota?, ¿por qué estaban en el talud?, ¿Existe una relación simbólica entre el conjunto de petrograbados con la naturaleza?, ¿Hay una relación con el agua y la actividad agrícola?
La hipótesis es que los petrograbados en el juego de pelota representan una época de sequía para el lugar, en la que el jugador de pelota al morir tenía la misión de ir a enfrentarse al inframundo. La posición en la que se encontraron en el talud del lado oeste, en su parte central, hacen referencia a: (1) del lado Sur, al agua, (4) al Norte, a Tláloc. Arriba, donde está el agua tenemos (2) un sol o un caparazón de tortuga, (3) la forma de mariposa, y al lado de Tláloc tenemos (5) una flor (Figura 3); además, se puede inferir que esta escena representa posiblemente la sequía, y que había que bajar a enfrentarse con el inframundo para erradicarla. Así, la posibilidad de fertilidad dependía de este ritual. (Figura. 5)

Para demostrar dicha hipótesis, este artículo se desarrolla en tres secciones. La primera, consiste en la presentación de la caracterización de los juegos de pelota mesoamericanos. En la segunda parte se analizan sus principales significados simbólicos. En la tercera, se hace una descripción del proceso que se siguió en la excavación, registro e interpretación del significado de estas figuras en el juego de pelota de Tehuacalco.
El juego de pelota mesoamericano
En este punto se hablará de las noticias que se tienen acerca de la existencia de juegos de pelota en diversos sitios arqueológicos. En 1981, en el occidente y el noroeste de México, se registraron apenas 166 juegos de pelota. En Veracruz y en la costa del Golfo se sabe de la existencia de 126 canchas. En las tierras Bajas mayas el número es de 200. El total reporta no menos de 1500 canchas con acercamiento al juego de pelota por periodos prehispánicos: Preclásico, Clásico y Posclásico (en más de 1300 sitios arqueológicos en nuestro país).
Entre los centros ceremoniales olmecas más importantes están, en San Lorenzo -que fue abandonado hacia el 900 a. C-, La Venta (800-400 a.C.) y Tres Zapotes (desde el 400 a.C). En los dos primeros, se encuentran canchas de tierra para la práctica del juego de pelota, aunque sin construcciones especiales (Castro, 1973).
Las canchas más antiguas del preclásico, se clasifican como tipo 0, el cual consta sólo de una cancha abierta entre dos estructuras laterales con un ligero talud, hechas de tierra, como en Paso de la Amada o Abaj Takalik, o de piedra en juegos más tardíos (Toniná norte, Cerros) (Taladoire, 2000, p. 25).
Poco a poco aparecieron las canchas cerradas por edificios axiales, como en Becán o Edzná (Tipo I, variedad 1 o 2). Por otro lado, el perfil de las canchas abiertas con banquetas, lo que dio lugar al tipo II, que también puede contar con edificios axiales.
Durante elClásico temprano,con el apogeo de Teotihuacán no encontramos ninguna cancha, lo que significa que probablemente no se practicaba el juego, aunque en los frescos del palacio de Tepantitla se pueden observar varios jugadores dentro de un campo delimitado por dos marcadores de piedra; la pelota es empujada con bastones.
Durante el periodo Clásico tardío y el Epiclásico, cada sitio importante contaba por lo menos con una cancha y a veces con tres o cuatro; en Cantona había 24, en Tajín 17 y en Chichén Itzá 13. Durante el Clásico Tardío, aparecieron los tipos cerrados VI, VII y VIII, bien conocidos en los altos de Oaxaca, tanto en Monte Albán y Yagul, como en la Costa del Golfo (El Tajín). Las canchas del Templo Mayor de Tenochtitlan, serían del Tipo VI y VIII, tipos que siguieron construyéndose hasta vísperas de la Conquista (Taladoire, 2000,p.27). Este tipo cerrado es el que está presente en Tehuacalco. Según los arqueólogos Pérez y Arana, la cancha del juego de pelota, en Tehuacalco, se puede fechar aproximadamente para 1100 d.C. (comunicación oral 2007).
Los conquistadores llegaron a ver los juegos de pelota y los describen como lo hace Sahagún en el caso del de Tenochtitlan en su Historia General de las Cosas de Nueva España:
El juego de la pelota se llamaba tlaxtli o tlachtli que eran dos paredes, que había entre la una y la otra veinte o treinta pies, y serían de largo hasta cuarenta o cincuenta pies; estaban muy encaladas las paredes y el suelo, y tendrían de alto como estado y medio, y en medio del juego estaba una raya que hacía al propósito del juego; y en el medio de las paredes, en la mitad del trecho del juego, estaban dos piedras como muelas de molino agujereadas por medio, frontera la una de la otra y tenían sendos agujeros tan anchos que podía caber la pelota por cada uno de ellos […]” (Sahagún, 1969).
Antecedentes para el análisis simbólico del juego de pelota
Con relación al simbolismo del juego de pelota, la Historiadora del Arte Uriarte nos hace mención de la dualidad que está visible en sus manifestaciones representadas sobre la lucha de contrarios. Las representaciones de plantas, árboles y figuras esqueléticas lo vinculan con la fertilidad, el sostenimiento del cosmos a través del sacrificio, la vida y la muerte. El campo del juego de pelota es una herida en la tierra que representa una entrada al inframundo y al mismo tiempo el conductor del nacimiento del Sol todos los días (2000, pp.31-32).
La mayoría de las canchas del juego de pelota se encuentran en las partes más bajas, como Uxmal, Yucatán, o Nakum, Guatemala. En ocasiones, la cancha se encuentra bajo el nivel de otros edificios, como en Tonina, Chiapas. La cancha sería el lugar en donde el rey se enfrenta a las fuerza del inframundo para, al finalizar la temporada seca, asegurar la vida con el renacimiento de la vegetación (Taladoire, 2000, p. 27).
El juego simboliza la lucha de los contrarios: la sangre se convertía en serpientes o plantas, la mariposa sintetizaba la transformación, porque de larva se convertía en un ser volador, el sapo, la tortuga y el cocodrilo son animales que viven en el agua y en la tierra. El jaguar es un excelente nadador que además complementa su alimentación con tortugas y peces. Los ninfeas se asociaban con el agua, por eso aparecen en la boca de Tláloc, Dios de la lluvia. Los ninfeas son plantas alucinógenas, por lo que se deduce que utilizaban alteradores de la consciencia para acceder a una realidad diferente (Uriarte, 2000, pp. 31-33).
Según Gerard W. Van Bussel (1991), la cancha es un acceso al inframundo y, al mismo tiempo, la posibilidad del renacimiento. El Ollin, movimiento de la pelota, es el símbolo del movimiento, surgía de una armonía dual en la unidad de los opuestos en la cancha. Es el equilibrio que el hombre busca y encuentra en la naturaleza y en todas sus manifestaciones. El símbolo Ollin es la manifestación gráfica más clara del mundo prehispánico (Uriarte, 2000, pp. 34-35).
Seler, en sus comentarios al Códice Borgia en el tomo de ilustraciones (figuras; 21, 35, 40 y 42) refiere la forma en la que se jugaba el juego de pelota por parte de las diversas deidades, y habla sobre cómo se comportaba el planeta Venus antes de su aparición como lucero del Alba, y después como estrella vespertina.
Resumiendo la información sobre estos juegos de pelota representados en las ilustraciones del códice Borgia, podemos pensar que se trate de la importancia que tiene cada una de las deidades del panteón mexica que están relacionadas a perpetuar la vida a partir de la movilidad de las mismas, tanto en la tierra, el inframundo, en el cielo y en los cuatro puntos cardinales. Donde la cancha de juego es la representación de la tierra, y en ella se desplazan las deidades a todos los rumbos citados, todo con la finalidad de otorgar a la humanidad alimento para dar vida y recibir a los muertos. Cada una de estas tiene un espacio cósmico propio que comparte con su contrario, y que en el morir y vivir implica su acción en pro de la humanidad. El hombre, por tanto, perpetuará estos rituales a través de jugar el juego de pelota, y de practicar los sacrificios para que estas deidades se materialicen o resuciten en los distintos astros: constelaciones, planetas, estrellas, satélites, en los distintos momentos del día; para así permitir el movimiento y curso normal de los astros.
Por otra parte, los anillos o marcadores de piedra, representarían los sitios de salida y puesta de los astros en el horizonte; la pelota, el astro mismo, y el acto de juego, su movimiento (Krickeberg, 1988). Según el mito maya de Hunahpú e Ixbalanqué, estos personajes, después de bajar al inframundo a jugar a la pelota con los dioses de la muerte y derrotarlos, se transforman en el sol y la luna de la época actual. Por lo tanto, este episodio representa la aparición del Sol y la Luna del Popol Vuh, vinculado al juego de pelota (Uriarte, 2000, p. 51).
Método
En la primera temporada de 2006, en el juego de pelota los trabajos de excavación y restauración ya se habían realizado. Solamente faltaban trabajar los taludes Este y Oeste, actividad que realizamos en la segunda temporada de campo del año 2007. Al liberar la restauración del talud hicimos una anastilosis donde se dibujó cada piedra, y se marcó con números y con su respectiva orientación, para poder levantarlas y nuevamente integrarlas al nivel que tenía el contorno del talud dejado. Al quitar estas piedras, nos encontramos que debajo de ellas había la primera etapa constructiva del talud.
La estructura 10 B, de manera inicial contaba con las profundidades de -0.13 m en la cornisa o parte superior, y de -2.44 m en la parte inferior que corresponde a la segunda etapa constructiva; descubrimos que abajo había una primera etapa constructiva de otro talud que contaba con los cinco petrograbados en su parte central, tres del lado Norte, colocados en línea inclinada Este a Oeste, y dos del lado Sur en forma horizontal de Sur a Norte, nos encontramos que el nivel que se tenía estaba más abajo en su contorno. La profundidad registrada fue de -0.55 en su cornisa o parte superior, y -2.51 en la parte inferior.
Estos grabados de la primera etapa, se quitaron de esta profundidad manteniendo en su lugar el empedrado del talud, para ser colocarlos en la parte superior del talud correspondiente a la segunda etapa constructiva que se tenía en su nivel 0.00 m de la primera temporada de campo, [propuesta hecha por el Coordinador]. Se registró cada piedra y se dejaron estos espacios libres como testigos, para que se les pueda ubicar nuevamente a futuro. (Figura. 6, 7,8) (Jiménez, 2007).
En el talud de la estructura 10 A sucedió lo mismo, fue localizada su primera etapa constructiva en donde se encontró solo un petrograbado ubicado en la esquina sureste. La profundidad de la cornisa o parte superior está a -0.16 m, y de la parte inferior a -1.95 m de la segunda etapa constructiva, mientras que la cornisa o parte superior está a -0.56 m y de la parte inferior a -2.29 m, correspondiente a la primera etapa constructiva del juego de pelota.
En el registro de la excavación y la consolidación, cada estructura y grabado en el juego de pelota se ubicaron por coordenadas. Se les asignaron números arábigos que inician de Norte a Sur; y letras, de Este a Oeste. Cada cuadro mide un metro por un metro. Luego se tomaron registros por medio de fotografías y dibujos de cada uno de los mismos.
Se realizaron sus respectivas descripciones sobre las características físicas observadas. En el registro de los hallazgos se consideraron los siguientes datos: localización, técnicas de grabado, dimensiones de las piezas encontradas, analogía formal.
Al tener la forma de cada petrograbado se llevó a cabo una búsqueda en los códices, en las fuentes históricas y arqueológicas, para identificar por analogías las formas simbólicas de cada uno.
Resultados
Registro de excavaciones y consolidaciones
En el talud Oeste (10 B), se encontraron cinco petrograbados (Figuras 6, 7, 8). Mientras que en el talud Este (10 A), sólo uno.



Caracterización de los petrograbados encontrados
El primer grabado (Figuras 6, 7) se localizó en el cuadro 15 B. Este diseño es geométrico y representa una espiral. El diseño del grabado mide 23 cm de largo, por 22 cm de alto, el espesor varia de 7.0 cm a 9.5cm. Su profundidad va de 1.94 m a 1.99 m.
El segundo grabado (Figura 6, 7), se encontró en el Cuadro 16 C. El diseño es zoomorfo, considerando que es el caparazón de una tortuga, formado por tres círculos concéntricos, el primero más pequeño se encuentra al centro, es circular y tiene una perforación circular colocada al centro; el siguiente círculo concéntrico posee un trazo irregular; esta área es lisa, entre este círculo y el tercer concéntrico se aprecian líneas rectas perpendiculares que dividen esta área en seis secciones. El diseño mide 35 cm largo por 23 cm ancho, su espesor varia de 11 a 14 cm. La profundidad es de 1.47 a 1.71.
El tercer grabado (Figuras 6, 7), se localizó en el cuadro 16 C, la forma de la piedra es redonda, su diseño es zoomorfo, posiblemente se trate de una mariposa y se consideren las dos línea curvas unidas como letras “C” encontradas, que puedan ser sus antenas; abajo hay dos triángulos unidos que son considerados las alas del insecto, y entre estos dos diseños se encuentra un rombo pequeño que debe ser su cabeza. Presenta círculos pequeños en el centro de cada triángulo. Sus dimensiones son: 18.0 cm de largo por 18.5 cm alto, el espesor varía de 0.16 cm a 0.17 cm. Esta pieza estaba a una profundidad de 1.30 m a 1.41 m.
El cuarto grabado (Figuras 6, 7), se localizó en el cuadro 22 B. La roca es de forma de un óvalo alargado. El diseño es la representación del rostro del Dios “Tláloc”, presentando sus atributos formales con dos ojos en formas circulares llamadas anteojeras, su nariz porta una nariguera y de su boca son visibles tres colmillos en forma de óvalos alargados. Esta pieza mide: 57 cm de largo por 31.5 cm de ancho, su espesor varía de 0.13 cm a 0.16 cm, Se encontró en posición inclinada hacia el sur, con profundidades de 1.73 m a 1.98 m.
El quinto grabado (Figuras 6, 7), se ubicó en el cuadro 23 A y 23 B. El diseño es fitomorfo, posiblemente se trate de una flor con cinco pétalos que se diseñó con dos círculos concéntricos; el más pequeño muestra el centro de la flor y se marcan los pétalos con líneas curvas perpendiculares a estos círculos, el cáliz está trazado con líneas rectas haciendo una letra “U”, el tallo se delineó con una letra “U” colocada de manera inversa con líneas rectas, y la raíz está representada en forma circular, todo éste se encuentra enmarcado con una línea que forma un rectángulo. El soporte es de forma pentagonal, sus dimensiones son: 41 cm de largo y de 23.50 cm de ancho, su espesor varía entre 0.11 cm – y 0.15 cm. La profundidad es de 2.0 a 2.16 m.
El sexto grabado (Figura 6, 8) está ubicado en los cuadros 11-C y 11-D. La piedra donde está el grabado es de forma rectangular irregular. El diseño es considerado una maqueta del sitio de Tehuacalco. Esta pieza tiene 27 cm de ancho por 34 cm de largo, el espesor varía entre 16.05 cm y 21.5 cm. La profundidad es de 1.05 m a 1.36 m.
Resultados
En relación a los documentos citados sobre el juego de pelota en los antecedentes para el análisis simbólico del juego de pelota, se tienen varios elementos simbólicos que están asociados a este sitio de Tehuacalco, y son los siguientes:
El primero (Figura 9), tiene la forma geométrica en espiral. Posiblemente es la representación del símbolo de agua. Los ojos de agua, manantiales que se observa en los siguientes sitios y códices: En Coacoyulichan, un petrograbado en espiral se asocia a manantiales y está vinculado al culto al agua, en la época Posclásica. En Palma Sola, Acapulco, hay un petrograbado con una espiral, se asocia a una representación de ojos o fuentes de agua, época Preclásico medio-Epiclásico (Pineda, 2014, p.195), en el Códice Florentino (1979), el cual representa un amanal (del náhuatl amanalli). Estanque de agua, jagüey, cisterna, alberca, aljibe que también representa un ameyal (del náhuatl ameyalli, compuesto por atl, “agua”, y meya, “manar la fuente”), quiere decir agua que mana, y son las fuentes que manan en la tierra llana (Florentino, 1979). En el códice Borgia Seler describe estas espirales que representan las pelotas en movimiento en el juego de pelota. (1980. Ilustraciones. 35 y 42).

El segundo grabado (Figura 10), presenta dos círculos concéntricos en el centro, y rectángulos que lo envuelven. Posiblemente, este grabado es la representación estilizada del sol. Generalmente así lo representaban los grupos del Occidente de México, de donde pudo haberse difundido (Guevara, 2008,pp.55 y 134). Otra similitud está relacionada a un caparazón de tortuga. Algunos autores lo asocian a los juegos de pelota: la tortuga, el cocodrilo y el sapo son evidentemente duales. Los tres son animales que viven en la tierra y en el agua.
El agua, o en su lugar, esta vinculación de tierra-agua, nuevamente se convierte en el acceso al mundo de los muertos, y estos animales son los que acompañan al muerto. Aunque también está relacionado a la lentitud y la vejez.
La tortuga es un eje del mundo. Sabemos que en muchas culturas el caparazón está asociado con la bóveda celeste, mientras que el peto se vincula a la parte terrestre y el animal en medio de la concha es el eje que comunica al cielo con la tierra. De ahí que este animal también sea considerado un enlace con los dioses. O tal vez, sea un nenúfar, planta acuática de la familia de las ninfeáceas (lirios acuáticos) de hojas redondas y anchas y flores blancas o amarillas.

En el tercer petrograbado (Figura 11), se propone la máscara o fauces de un jaguar o serpiente en el sitio de Tequicuilco, Atenango del Río (Pineda, 2014, p. 200). Hay también una relación con la mariposa, a través de las placas de adorno que representan un ave con alas desplegadas (¿o una mariposa?). Las figuras de los caciques en los relieves de Chichén Itzá, las llevan como pectoral y, en algunos casos, también en la venda que les ciñe la cabeza. Esta forma se presenta también en las muchachas hopi con sus chongos laterales, o peinados de mariposa, que marca una importante relación con los pueblos norteños de Snaketown y de los pueblos hopi, donde aparecen estos diseños tradicionales (Figura 12).
Por otra parte, Negrete citado en Pineda menciona que esta imagen está relacionada a la deidad de la tierra Tlaltecuhtli. Sus fauces se hallan hacia el cielo, su nariz al centro y en la parte baja, sus anteojeras con pupilas (Pineda, 2014, pp. 72, 197).
Seler describe la ilustración 35 del códice Borgia, en donde en el centro e interior del juego de pelota se encuentra el dios lunar Tonacatecuhtli en la posición antes descrita con piernas y brazos extendidos, nos hace pensar en ese dios que abre el inframundo a través de su vientre representado por un círculo rojo. Consideramos que los rasgos diseñados en el petrograbado sea la posición en la que está el dios lunar (Seler 1980, ilustración. 35).


En el cuarto petrograbado (Figura 13 y 14), tenemos la representación de Tláloc. Pomar lo describe, en 1582, como un ídolo del dios de las aguas, que se hallaba en la cúspide del cerro y del cual sospechaba que había sido labrado por los toltecas y adorado por los culhuas cuando llegaron al Valle de México. La estatua del Tláloc recuerda por su forma y estilo a otra, hallada en el cerro la Malinche, a 3800 metros sobre el nivel del mar, entre los valles de México y Toluca, en un santuario dedicado a los dioses del agua. Simbolismo de la imagen de Tláloc (Pomar, 1941).


En el quinto petrograbado (Figuras 15 y 16), se observa un rectángulo que envuelve en la parte superior un círculo, y lo envuelve con cuatro rectángulos concéntricos; abajo, dos figuras, la primera en forma de cáliz, y la segunda circular (posiblemente representa la flor, el cáliz y su raíz redonda). Al comparar este grabado con imágenes, posiblemente se trate de una “flor”, un alucinógeno (peyote), o una flor de calabaza, ya que las dos últimas presentan una flor, un cáliz y una raíz redonda. Esta forma fitomorfa, la observamos en los siguientes sitios: En la Región de Tlapa, en el papel amate, Códice Azoyú 1, sección de linajes, hay una flor, nombre de un señor noble, pariente del gobernante “perro”, por el año 1375 (Pineda, 2014, p. 211). En el mismo Códice, “Flor”, nombre de la señora noble que en 1393 se casó con el gobernante “Gran mono” (Pineda, 2014, p. 211).
En el códice, observamos dos figuras similares, (a) la flor de calabaza en el Códice Florentino lib. XI, f. 253r. (García, 2000, p.14) y (b) el árbol de flor, en el Códice Matritense de Sahagún (Figura 14), hay una imagen de la fiesta Atamalcualiztli, celebrada cada ocho años, que representa -frente al templo del dios de la lluvia y al recipiente lleno de agua en que se enroscan serpientes- a todas las deidades en fila. Entre ellas, a Xochiquétzal, ricamente ataviada y sentada al telar, cuyo palo transversal superior está atado en un árbol en flor (Seler, 1980, pp.157, 386). La segunda, vemos que posiblemente esté relacionada con una planta alucinógena (peyote), con la cual el hombre alcanza paraísos. Era el Tlalocan, el medio ambiente que rodeaba a las almas, cargado de flores y frondosos árboles, debido a que era la casa donde la persona se aleja de la realidad. (Barba, 1998, p. 65).


El sexto petrograbado, que se localizó en el lado sureste (Figura 17), posiblemente por la forma parece ser una maqueta representando la topografía del terreno del sitio de Tehuacalco. Las líneas en forma de “C” representan el río, y la que parece un número 3 son las elevaciones de las montañas.

Comentarios finales: interpretación simbólica
En los petrograbados del talud Juego de Pelota de Tehuacalco, tenemos la imagen de Tláloc, el cual mira hacia el Este. Está deidad se presenta, en el cerro de Tláloc, mirando también al Este. Según Wicke (1975, pp. 83-96), estamos sin duda ante los elementos de un dios del agua y la agricultura. Estos dos sitios, Tehuacalco y el Cerro Tláloc, están en la cima de la montaña. Según Pomar infiere como lugar sagrado el C. Tláloc, ya que se manifestó gracias a su privilegiada ubicación para ser colector de nubes, diseminador de agua y un punto sobre el que giraba un complejo ritual a la lluvia, plantas y la agricultura (1941).
Así, la posibilidad de la fertilidad dependía de estos motivos que están representados en el juego de pelota. Estos son: el agua que fertiliza las semillas convirtiéndolas en plantas, y su vinculación con la tortuga, que está estrechamente relacionada con la tierra y el agua, y que se convierten en el acceso al mundo de los muertos; para terminar con la sequía había que bajar a enfrentarse con el inframundo, y la larva se convertía en una mariposa relacionada con los mensajeros de los dioses para pedirles agua.
La ubicación del juego de pelota sugiere una planeación cuidadosa y conocimientos de meteorología, que se hacen evidentes cuando vemos que el Cerro que está a su lado Sur, C. Tierra Colorada (Tlacotepeque), y al Este C. la Compuerta, presentan al centro de estos nubes que se condensan. Estas nubes concentran la humedad y las lluvias, de julio a septiembre, y van del lado suroeste. Este es además uno de los principales puntos donde parte el desnivel más alto del terreno del asentamiento, donde escurre el agua por canales de Sur a Norte. La ubicación de los petrograbados en el Juego de pelota, en forma de espiral (agua), está del lado Sur; el agua baja para depositarse en dos estanques y continuar su trayectoria hacia el Norte, donde está Tláloc.
Esta canalización de agua seguramente se relaciona con el interior de la tierra, hacia las aguas del inframundo, que finalmente vuelven a evaporarse, convirtiéndose en nubes y en un ciclo de vida- muerte.
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NOTAS
[1] Tehuacalco, es una palabra de origen náhuatl relacionada con el vocablo “tehuacalli”, se refiere a las pozas o pequeñas oquedades prehispánicas, creadas por el hombre en las piedras con fines rituales. (SIC México, 2019).