Revista Gremium

Pozos y capillas en la conquista espiritual en Nunkiní

DOI:

 

Water wells and chapels in the spiritual conquest at Nunkiní

Aurelio Sánchez Suáreza

aUniversidad Autónoma de Yucatán, Mérida: E-mail, ORCID, Google Scholar.

Recibido: 1 de febrero del 2024 | Aceptado: 29 de agosto del 2024 | Publicado: 31 de agosto de 2024

Resumen

El colonialismo urbano se impuso durante la conformación de las ciudades novohispanas en el siglo XVI; en la mayoría de los casos estas “nuevas” ciudades fueron una sobreposición de la traza prehispánica, destrucción de edificios para la construcción de otras que regirían el nuevo orden político y religioso. Para el caso de poblados mayas este proceso fue lento, al igual que la Conquista. El continuo uso de sus espacios abiertos mantuvo vigente parte de la traza e identidad del pueblo maya. Los pozos jugaron un papel importante en el patrón de asentamientos para una región que no tiene ríos o lagos. El proyecto de investigación de Ciencia de Frontera estableció una metodología horizontal, intercultural para el entendimiento de las formas de habitar el territorio por los pueblos originarios. Para el caso de Nunkiní, la población priorizó el estudio de los múltiples pozos públicos existentes en el pueblo. El estudio de los pozos en el poblado de Nunkiní, fue llevándonos a acciones del colonialismo religioso, al coincidir capillas con pozos públicos, como parte de una acción de colonizar un espacio público, quizás con un marcado significado maya.

Palabras clave: Colonialismo urbano, patrimonio biocultural, pueblo maya, paisaje cultural.

Abstract

Urban colonialism was imposed during the conformation of the novo-Hispanic cities in the XVI century, in most cases these “new” cities were an overlapping of the pre-Hispanic urban trace, destruction of buildings for the construction of others that would govern the new political and religious order. In the case of Mayan towns this process was slow, just like the conquest, the continued use of their open places kept in force part of the trace and identity of the Mayan people. Water wells played an important role in the urban trace for a region that has no rivers or lakes. The Border Science research project established a horizontal and intercultural methodology for the understanding of the ways of inhabiting the territory by the native peoples, for the case of Nunkiní, the population prioritized the study of the multiple public water wells existing in the town. The study of the wells in the town of Nunkiní led us to actions of religious colonialism, as chapels coincided with public wells, as part of an action to colonize a public place, perhaps with a marked Mayan meaning.

Keywords: Urban colonialism, biocultural heritage, Maya people, cultural landscape.

1.   Introducción

El estudio del hábitat de los pueblos originarios ha estado marcado más por las disciplinas antropológicas que por las arquitectónicas. El acercamiento de la arquitectura a los pueblos originarios se dio con el tema del paisaje vernáculo en su inicio; lo nostálgico de los paisajes campiranos llevó a los arquitectos a realizar estudios de la arquitectura vernácula centrándose en lo arquitectónico principalmente, pero sin olvidar el entorno natural, fundamental para la materia prima de la arquitectura vernácula y su diseño bioclimático. Un primer libro en México que planteó esta mirada diferente, mirada no a las grandes construcciones de templos o palacios, no a los centros históricos de las principales ciudades, sino a los pueblos, a su vivienda, a su forma de integrarse en el territorio, a su vivienda campesina, nombre que llevó el libro coordinado por Valeria Prieto (1978), “Vivienda campesina en México” y editado por la entonces Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas. Con enfoque arqueológico y enfocado a la cultura maya, se publica el primer libro de la arquitectura vernácula de los mayas, mucho tiempo antes de los escritos por arquitectos. Asimismo, el libro escrito por Roberth Wachope (1938), “The modern maya house” es el primer registro arquitectónico con detalles constructivos de la casa de los mayas.

Retomando los trabajos académicos presentados por arquitectos, Francisco López Morales (1987) publica el libro “Arquitectura vernácula en México”, manteniendo el enfoque arquitectónico y de materiales, pero agregándole la visión antropológica. Para el caso de la zona maya, describe las formas ya perdidas de amarrar la casa de huano, en un proceso comunitario de la producción social de la vivienda, dando muestra de la posesión de tierra por parte de los habitantes, lo cual permitía el acopio de materiales sin necesidad de la adquisición de los mismos por medio de una compra.

Muchas publicaciones sobre la casa de huano y zacate de los mayas se centraron en la tipología y sistemas constructivos. Un avance en el estudio transdisciplinario fue integrar estudios de diferentes disciplinas enfocadas a la arquitectura vernácula, lo cual puede apreciarse en el libro “Xa’anil naj. La gran casa de los mayas” (Sánchez, 2018), que aborda desde una postura decolonial[1] los aspectos etnográficos, estructurales y biológicos de la casa de los mayas.

Hasta este momento el estudio sigue centrado en la vivienda y el solar. Ampliarse por fuera del solar con enfoque más etnográfico, en las dinámicas socioculturales realizadas en espacios abiertos de los pueblos, se da en dos publicaciones; la primera en el tema del paisaje cultural, con la publicación de “Los tablados: arquitectura vernácula efímera de los pueblos mayas” (Sánchez, 2015), abordando los espacios abiertos de los centros de poblados mayas. La segunda aborda la relación con las fiestas, la historia constructiva, la transmisión de saberes y la cosmovisión ligada al territorio y la creación de la tierra, presentados en el libro “Amarrando los saberes” (Sánchez, 2021).

Abordar el tema de los espacios abiertos, sus usos y costumbres, los elementos icónicos, la relación del pueblo con la naturaleza y la identidad cultural que estos elementos y actividades que se entrelazan ayudan a comprender la forma de habitar el territorio, tema que ha sido parte del proyecto de investigación de Ciencia de Frontera CF/2019/51229, financiado por el CONAHCYT. En la postura intercultural y de diálogo de saberes, la relación con la comunidad en el proceso de investigación es fundamental. En el presente proyecto los objetivos van vinculados a las necesidades de la comunidad, a investigaciones que generen beneficios, atiendan prioridades y trabajen en conjunto. El tema de los pozos fue una conveniente coincidencia de intereses para las dos partes, por lo que, el objetivo de entender cómo la filosofía de los pueblos originarios ha preservado un hábitat idóneo para mantener las relaciones de habitabilidad entre la casa, el pueblo y el monte, generó el conocimiento para entender este patrimonio biocultural y permitir la creación de políticas públicas de salvagurdia.

El tema también nos llevó a la historia de la conformación de ciudades novohispanas, al proceso de colonialismo urbano generado, no sólo por la imposición de una traza sobre los asentamientos ya existentes, sino a borrar todo aquello que vinculara con el habitar el territorio desde la cosmovisión maya, generando un etnocidio al desarticular ritos vinculados a espacios y edificios, eliminando la práctica de los mismos.

Para el caso de los pueblos mayas, el colonialismo urbano llegó con los europeos, modificando un patrón de asentamiento arraigado al territorio, para imponer otro patrón de dominio del territorio. Hoy día celebramos la fundación de nuestros pueblos basados en una fecha que marca este colonialismo urbano, que conmemora una refundación de un asentamiento que tiene sus orígenes en el periodo mesoamericano.

Entender estos significados nos lleva al análisis de este sincretismo urbano. La diversidad cultural de nuestros antecedentes mesoamericanos es amplia y heterogénea; desarrollándose en distintos territorios que mantuvieron características propias, que se manifestaron en su arquitectura, economía, política, estructura social y la forma de aprovechar su medio natural. Si bien hubo constante comunicación entre las distintas culturas, mantuvieron tópicos propios que definen su arquitectura y creencias, así como la morfología de sus espacios abiertos.

Si bien, a la llegada de los españoles a la península de Yucatán la grandeza de las grandes ciudades mayas ya había quedado oculta bajo la vegetación de la selva, en la mayoría de las poblaciones mayas en el siglo XVI se gestaba una forma de habitar el territorio, llamada en maya Kúuchkabal[2], que complicaría la conquista de los europeos por décadas de lucha.

Con una cultura que basaba su urbanismo y arquitectura en los antecedentes todavía existentes del Medievo y del floreciente Renacimiento, los españoles llegan a la región de Mesoamérica y encuentran una producción urbana en la que vieron similitudes y diferencias. En el caso de la ciudad de Tenochtitlan, el trazo ortogonal mantiene relación con los órdenes clásicos de la traza en damero y reticular. No así con la plaza, espacio abierto que integraba la vida cotidiana, que en el urbanismo medieval era cerrada, que a diferencia de la plaza mesoamericana se presentaba abierta.

La plaza es pues el eje rector de la nueva ciudad novohispana, en un proceso sincrético que aglutinó la arquitectura de los poderes en torno suyo, y que congregó las actividades de la nueva sociedad de las ciudades conquistadas. Con un carácter extrínseco, el espacio abierto central del urbanismo mesoamericano que se denominó “Plaza Mayor”, fue el centro del cual partieron las vialidades que, al igual que la plaza, en muchos casos fueron las calzadas de la ciudad preexistente. De igual forma tuvo un carácter intrínseco, pues los caminos reales que conducían a las ciudades, llegaban directamente a la plaza central.

Se puede decir que, para la región maya peninsular, la experiencia del sincretismo urbano tuvo un efecto similar, al analizar el caso de la ciudad de Mérida, que parte de una plaza preexistente de la ciudad de Ich kan siho’ y de la cual se retoman cuatro de los sak beo’ob principales para ser ejes rectores de la ciudad novohispana (Victoria y Sánchez, 2015). La ciudad prehispánica mantenía cierta morfología ortogonal, no invariante de las ciudades mayas.

Muchos fueron los casos en los que la consolidación de la plaza mayor en ciudades novohispanas generalizó esta experiencia plasmada en la Real Ordenanza expedida por Felipe II en 1573. Esta invariante del sincretismo urbano novohispano en América, parece no tener validez en las poblaciones mayas de la península de Yucatán. Con una herencia del urbanismo maya, las poblaciones que después de su conquista fueron refundadas, rompen la invariante de la plaza mayor; no existe una plaza rectora en la morfología actual de los poblados, son variantes distintas las que se presentan, dando como resultado una gama de procesos de transculturación urbana, dependiendo de cada caso, en el que el diseño urbano maya condicionó la ubicación del templo y de la plaza, dejando cabida para otros espacios abiertos en torno a la plaza central del poblado y barrios cercanos.

Casos como el de Izamal o de Acanceh, en el estado de Yucatán, que hoy día conservan parte de sus edificios mesoamericanos, y que al no ser destruidos condicionaron la nueva traza impuesta por los españoles, son muestra de esta lucha urbana ante el colonialismo.

Dichos poblados conservan gran parte de la especialidad del urbanismo maya, debido a que fueron poblaciones mayas refundadas con la llegada de los españoles. Asimismo, en el siglo XVI, se fundaron nuevos poblados que reflejaron la tradición urbana de sus habitantes indígenas, en el uso de los espacios abiertos a través de sus tradiciones. El mayor número de los poblados mayas existentes en el estado de Campeche a la llegada de los españoles, estaban establecidos en lo que hoy se conoce como Camino Real.

Debido a que nuestro patrimonio urbano no es tan tangible como el arquitectónico, se debe partir para su conservación de la importancia que tiene dentro del patrimonio cultural de México y el mundo. En la importancia del concepto de Patrimonio Cultural, Enrique Florescano hace patente que “aún cuando se subraya el carácter nacional de algún tipo de patrimonio, de ciertas herencias culturales, o se habla de una identidad común a todos los mexicanos, es un hecho que estos conceptos carecen de tal dimensión y no incluyen a todos los sectores, etnias y estratos, como tampoco pueden comprender sus particulares expresiones culturales” (1997, p. 18).

Para una mejor comprensión de la importancia del patrimonio urbano, se debe partir del concepto de cultura, de la cual se deriva la determinación de los patrimonios tangibles e intangibles, que conforman la estructura del centro histórico, en las que se determina la importancia de los usos y costumbres realizados en los espacios abiertos. Aunque en la actualidad ya se realizan acciones de concientización, es necesario que se considere una concepción antropológica más amplia, que privilegie lo intangible con mayor importancia de perderse y con ello afectar al patrimonio que se sustenta del mismo, como lo es la interrelación del espacio abierto y sus usos.

El patrimonio urbano o de la traza de los pueblos, es un elemento que al igual que el patrimonio inmaterial, tiende a no apreciarse en su totalidad. No teniendo una percepción global del mismo, puesto que transitamos en él, convivimos con nuestra comunidad, celebramos y festejamos nuestra tradición, realizamos prácticas socioculturales, que nos identifican como grupo social y nos une a los pueblos vecinos en una cultura identitaria del pueblo maya yucateco; todo con una cotidianeidad que damos por hecho su existencia, pero que los planes de desarrollo urbano los miran desde otra escala y valor.

Fundaciones y refundaciones, dos características de poblados que arrojan tópicos importantes para entender el espacio abierto transculturado por el urbanismo mesoamericano, pero también por las costumbres, el medio natural y la lógica del patrón de asentamiento que depende no de ríos o lagos para la obtención de agua, sino de cenotes, aguadas y pozos, que en muchos casos son naturales; quizás formados por la teoría del meteorito que cayó en Chicxulub, y que quizás fragmentos más pequeños pudieron horadar la roca caliza hasta una profundidad donde el agua subterránea fluye.

La importancia del presente estudio radica en la aportación del proceso de transculturación urbana, que se dio al mismo tiempo que otros poblados y ciudades, pero con resultados diferentes motivo de la influencia de la cultura prehispánica maya. Asimismo, es vital establecer claramente la descripción del patrimonio cultural existente en el urbanismo y tradiciones de los centros de población, así como el hablar del colonialismo urbano y del patrimonio biocultural de los pozos en poblados mayas.

2.   Método

Dada la complejidad del fenómeno de estudio, el trabajo de investigación requiere de un equipo multidisciplinario que propicie la discusión científica en una postura transdisciplinaria, con la finalidad de que enriquezca y amplíe la visión disciplinar. Lo anterior nos obliga a hacer uso de métodos concernientes a diversos campos disciplinares de la arquitectura, la etnografía y la ecología para el desarrollo de las actividades en cada etapa del proyecto.

En este sentido la metodología cualitativa es la más adecuada para desarrollar la transdisciplina. Dentro de la metodología cualitativa se emplearon el método de teoría fundamentada, que nos permitió un estudio exploratorio desde diferentes disciplinas y nos condujo a la definición de conceptos basados en el pensamiento filosófico de los pueblos originarios.

Para esta primera etapa es necesario partir de conceptos generales que las diferentes disciplinas han contribuido para definir la forma de habitar el espacio rural, en especial por parte de los pueblos originarios. Las discusiones teóricas y transdisciplinarias se desarrollaron en seminarios que reúnan a los integrantes del proyecto de investigación, sistematizando la información de cada región, para ir diseñando los instrumentos metodológicos que puedan ser aplicables a las tres regiones, así como de los que serán aplicados con especificidades a cada región cultural.

Las herramientas metodológicas a aplicarse en el trabajo de campo se desarrollan en las tres áreas disciplinares: arquitectura, etnografía y ecología, con el objeto de recabar la información en los ámbitos patrimoniales de lo material, inmaterial y natural.

Para la obtención de información en trabajo de campo del patrimonio material se utilizaron los métodos propios de la arquitectura, como el levantamiento morfológico del patrón de asentamiento de las comunidades seleccionadas, así como de las expresiones arquitectónicas efímeras de los espacios abiertos. En este levantamiento se incluirá el territorio comprendido por el entono natural. Las herramientas a utilizar comprenden el uso de cámaras fotográficas y drones para tener la visión del territorio. El levantamiento arquitectónico debe incluir tanto los espacios abiertos en los que se desarrollan actividades socioculturales, así como de los edificios vinculados a estas manifestaciones, lo cual se irá definiendo con la información que generen los estudios etnográficos. La delimitación del territorio correspondiente al ámbito natural, será determinado por los estudios etnobiológicos.

Para la obtención de información concerniente al patrimonio inmaterial vinculado a los conceptos filosóficos, se aplicaron instrumentos metodológicos propios de la etnografía, como lo son las entrevistas semidirigidas. Se identificaron a actores que sean reconocidos por la comunidad de estudio y con la técnica de bola de nieve se fue identificando a otros actores a entrevistar, hasta llegar a la saturación de la información. Para esto se estableció el consentimiento informado, garantizando la confidencialidad de la información y el uso de la misma. Se apoyó con herramientas como grabadoras de audio y de video, para capturar toda la información. Para la documentación de las actividades socioculturales, se realizó observación no participativa, siempre y cuando tengamos la autorización, lo cual se hizo con la mayor cautela, en especial si son ritos, para no interferir con lo sagrado.

La información capturada por parte de esta disciplina tuvo que apoyarse en los estudios arquitectónicos, urbanos y del hábitat. Asimismo, la información recabada para entender la apropiación y aprovechamiento de los recursos naturales, se hará en conjunto con la de los estudios etnográficos, ya que muchas de las actividades están ligadas, por lo que no se hizo entrevistas por cada disciplina, sino que se hizo una sola entrevista en la que se preguntó por los tres aspectos que queremos abordar. Sólo en el caso de que un tema resulte de gran valía para una disciplina, se realizó otra entrevista para profundizar en ello.

Toda la información recabada se analizó y clasificó en el momento de ser capturada en campo, en trabajos de discusión sobre lo observado por todos los participantes del proyecto, para continuar dialogando entre disciplinas y poder percatarse de tópicos que pueden no ser notados por una disciplina, pero que las otras lo consideran importante. Lo anterior ayudó a mantener una visión holística en el trabajo de campo.

Es importante que la metodología se adapte a la forma de vida de las comunidades, por lo que fue necesario hacer talleres con personas específicas, para desarrollar el método de grupo de enfoque y tener información que pueda ser discutida por la misma población. Para este método, además de los apuntes que se vayan obteniendo durante la sesión, se grabó para tener la opinión clara de todos los participantes, así como la forma de organizarse para llegar a consensos. Esto será fundamental para las propuestas de políticas públicas basadas en diálogos interculturales y de saberes.

En este sentido, la investigación partió del diálogo con los habitantes, en el que expresaron su interés por los múltiples pozos públicos en el pueblo. Así, la investigación se centró en el estudio de los pozos bajo el concepto de patrimonio biocultural (Sánchez, 2014; Boege, Eckart, 2021); con este precedente la metodología se estructuró en dos partes. La primera fase fue un taller de cartografía social con la comunidad de Nunkiní (Campeche)(ver figura 1), en la que los habitantes del pueblo participaron libremente para señalar los pozos públicos que conocían y parte de sus historias, recabando información a través de la ubicación de los pozos en una fotografía aérea del pueblo y en notas etnográficas. La segunda fase consistió en el registro fotográfico de cada pozo identificado en el taller, realizando tomas con cámara fotográfica y dron; en esta fase se continuó con el estudio etnográfico, ahora de los vecinos de los pozos, los cuales también hicieron referencia a los pozos que conocían, pudiendo constatar la información proporcionada en el taller, así como los relatos, en el proceso denominado bola de nieve y saturación de la información.

Además del uso de cámara fotográfica y dron, se utilizó el GPS para agregar las ubicaciones de los pozos a la plataforma Maps de Google. Del registro de 29 pozos públicos identificados, el presente trabajo se enfocó en los pozos que coincidieron con la presencia de capillas y espacios abiertos, para analizar los procesos del colonialismo urbano, patrón de asentamiento y el colonialismo religioso.

3.   Resultados

Como mencioné anteriormente, el diseño de un estudio transdisciplinario que toma en cuenta no sólo una visión holística de las disciplinas, sino que incorpora los intereses de las comunidades en una postura decolonial e intercultural, generará conocimiento de frontera más allá que el registro arquitectónico o de técnicas constructivas o de entrevistas etnográficas.

Los aspectos geográficos de cada región, son factores fundamentales para el diseño tanto de las viviendas como de la traza de los poblados; así en lugares con topografía accidentada, la traza de la ciudad será irregular; en costas el desarrollo de la ciudad se dará en forma lineal, similar a las ciudades fundadas junto a los ríos, que condicionaran con su cauce al diseño urbano. En planicies el trazado de la ciudad no tendrá mayores condicionantes, prestándose el espacio a diseños impuestos por los urbanistas.

En el caso de la zona de estudio, la topografía que presenta se reduce a una pequeña cordillera que atraviesa las planicies del norte de la Península de Yucatán, en donde el medio físico natural parece no influir en el trazo de las ciudades.

Si en la región de las planicies del norte la topografía no presentó una condicionante en el diseño urbano ¿A qué se debe que no se procuró un trazado reticular? Creo que las respuestas van encaminadas al empleo de los conocimientos astronómicos para la distribución de espacios abiertos y edificaciones.

Por lo antes descrito podríamos determinar que el medio físico-natural no influyó en el diseño urbano, pero no es así. Los tipos de suelo ya sean propicios para la agricultura o no, así como el tipo de vegetación y fauna que contiene su selva, fueron condicionantes del patrón de asentamiento de las comunidades. Asimismo, el agua juega un papel muy importante, debido a que condiciona el sitio, ya sea cerca de ríos, cenotes, aguadas o grutas, así como la creación de contenedores para la captación de agua pluvial.

El kúuchkabal de Ah Canul

Está provincia fue una de las unidades políticas más grandes y más densamente pobladas. Ocupó la planicie costera occidental desde Punta Kopté, en la costa norte, hasta el Río Homtún, a poca distancia del norte de Campeche, teniendo una distancia aproximada de 145 km., en su eje norte-sur y desde la costa se extendía a una distancia aproximada de 50 Kilómetros (Códice de Calkiní, 2009). Esta región fue la más densamente poblada de toda la península y estaban más estrechamente asociados entre sí.

Las poblaciones que existían en el siglo XVI, en la región de Ah Canul del Sur son las siguientes: Maxcanú, Tuchicán, Halachó, Kulcab, Sihó, Chulilá en lo que es el actual estado de Yucatán y, Bécal, Nohcacab, Tepakán, Mopilá, Nunkiní, Kinlacam, Calkiní, Kalahcum, Sahcabchén, Pocboc, Dzitbalché, Bacabchén, Cumpich, Hecelchakán, Pokmuch, Tenabo, Tinum, Xcuncheil, Sacniteelchén y Tekom en el actual estado de Campeche

Las poblaciones actuales con origen prehispánico son las siguientes en el municipio de Calkiní: Bécal, Tepakán, Nunkiní, uno de las encomiendas más grandes, y Calkiní, que, de ser un asentamiento pequeño, se transformó en una de las principales encomiendas al añadirse a ella las encomiendas de Nohcacab, Kinlacam y Kahlacum. En el municipio Hecelchakán son: Pocboc, Bacabchén, Cumpich, Pokmuch y Hecelchakán. En el municipio de Tenabo los poblados son: Tinum y Tenabo. En el municipio de Hopelchén, no se localizaron comunidades mayas, sin embargo, en los planos de Roys (1957) señalan a Bolonchenticul como referencia de los límites del Kúuchkabal de Maní.

Con base a lo anterior se propone el estudio en Nunkiní que históricamente se identifican por la presencia de saberes. Nunkiní en el estado de Campeche era la población más grande a la llegada de los españoles en la región, es el sitio en donde se escribe el primer libro en maya yucateco “El ritual de los Bacabes”, que habla esencialmente sobre rituales ligados a la dimensión cosmogónica (fórmulas, prácticas ritualistas con amplio significado de la cosmovisión maya y concepciones del espacio y tiempo), así como de situaciones de la vida cotidiana (procesos de salud y enfermedad, prácticas sexuales, entre otros temas). Es también en Nunkiní donde se escribe gran parte del “Códice de Calkiní”, escrito que narra la historia de los Ah Canul, Cuchcabal (provincia) al que pertenecía Nunkiní a la llegada de los españoles; poblado con prácticas tradicionales, experimenta procesos de modernidad por el crecimiento de su población y por ser reconocido regionalmente como población de maestros normalistas.

Figura 1. Localización del poblado de Nunkiní (elipse con contorno negro), en la región denominada Camino Real del estado de Campeche. Imagen tomada de https://earth.google.com/, 2024.
Nunkiní

Poblado enigmático que entraña costumbres que dan vida a sus espacios. Son sus antecedentes prehispánicos los que han determinado su participación de gran relevancia en la historia de la región. Se ha destacado de los pueblos vecinos por el apego a sus costumbres y tradiciones, así como su participación en la política del estado. Su nombre de origen maya significa “Ahí donde nace el sol” (nun: nacer, i: ahí, kin: sol).  Al igual que todos los poblados de la región, se desconoce la fecha de su fundación en el periodo mesoamericano.

Los primeros datos escritos que se tienen de Nunkiní aparecen en el Códice de Calkiní (2009), en el cual se mencionan una de las dos reuniones de los batabo’ob de la provincia de Calkiní llevadas a cabo en este pueblo, para determinar los límites de la misma y que culminan de la siguiente manera:

Así concertó tratado con sus batabes. Así terminó la reunión del pueblo aquí. Aquellos son los límites de los bosques de los calkinienses, según Don Miguel Canul. Esta es la Verdad y lo justo también. No es relato de falsedad. Si no estuviesen separados nuestros bosques nosotros los calkinienses fuésemos nosotros mismos tres pueblos. Esta es la verdad de nuestras palabras que certificamos ante el Batab Don Jorge Canul, Gobernador, aquí en el pueblo de Nunkiní (Códice de Calkiní, 2009, p. 77).

Más adelante se menciona el poblado de Nunkiní en otra reunión llevada a cabo para escribir la historia de la llegada de los Canul a la región:

Este es el fin de lo ordenado. Don Miguel Canul gran Batab. En el Pueblo de Nunkiní de la jurisdicción de San Luis Calkiní, hoy a cinco días de mayo del año de 1595, reunidos el Batab Don Jorge Canul, Gobernador de los nunkinienses y los ancianos principales, Alcaldes y los otros oficiales, dispuso Don Jorge Canul que fuesen convocados los ancianos que supiesen cómo habíase llegado aquí en Calkiní (Códice de Calkiní, 2009, p. 81).

Las siguientes menciones de Nunkiní se dan en los reportes de las listas de los tributarios, después de la conquista de los españoles en la zona maya de la Península de Yucatán. Para 1543, Nunkiní fue asignada como encomienda a Jorge Hernández y diez años después a Francisco de Quiroz. Para 1606 ya había pasado a la corona (Gerhard, 1991, p. 73). Se le vuelve a mencionar en 1572 en el sitio de Calkiní, al parecer fue trasladada en la congregación de mayas dispersos en la década de 1550 (Roys, 1978, p. 17; Gerhard, 1991, p. 74). Antes de 1655, Nunkiní regresa a su sitio original en donde permanece hasta la actualidad.

En la historia escrita por naturales de Calkiní, basados en el Códice y añadiendo su gran capacidad de poesía, mencionan la expedición realizada por los hermanos mayores Canul, a su llegada a Calkiní y hacen mención del poblado de Nunkiní ya existente: “los dos hermanos mayores comenzaron la exploración de las tierras, principiando por el poniente: a pocas leguas de caminar, se encontraron con un árbol sagrado de menor importancia, que aún existe en el poblado de Nunkiní…” ¬¬(Herrera, 1985, p. 17); dicha ceiba (ver figura 2) corresponde a la localizada en una de las plazas laterales al templo de Nunkiní, señal de la fundación del poblado prehispánico.

Figura 2. Vista del espacio abierto ubicado al lado sur del Templo, donde se aprecia la ceiba en su periodo sin hojas (lado derecho de la foto), Nunkiní, Campeche. Fotografía del autor, 2023.

Lo señalado anteriormente establece que Nunkiní fue fundado por uno de los hermanos Canul, llamado Appal Canul. Por los vestigios de estructuras prehispánicas encontradas en el poblado de Nunkiní, mayores en número a las de Calkiní, se presupone que ya existía a la llegada de los Canul  a la región como una población de gran tamaño, siendo sometidos por los mismos al no aceptar una alianza, ya que a la llegada de los españoles el batab de Nunkiní era don Juan Canul (Códice de Calkiní, 1957, p. 23).

La historia prehispánica de Nunkiní, hace mención de la presencia de aztecas en el poblado, a lo cual aluden la existencia de dos cementerios, uno al sur y otro al noreste. Lo anterior se debe a la existencia de “un manuscrito que habla de un grupo de aztecas que vinieron caminando, a orillas del mar, hasta llegar a un camino, que habían trillado los mayas en la búsqueda de mariscos y sal. Ese camino los condujo hasta Nunkiní, a donde orgullosamente no quisieron mezclarse con los mayas, que les ofrecieron asilo” (Herrera, 1985, p. 17); asimismo, se le atribuye a este hecho la existencia de barrios y su distanciamiento entre los pobladores de los mimos, aunque cabe señalar que en los asentamientos mayas ya existían barrios ligados al centro cívico-ceremonial.

Hoy en día el poblado de Nunkiní presenta características espaciales muy particulares, debido a su patrón de asentamiento mesoamericano, apreciándose desniveles en partes del pueblo, vestigios de las edificaciones prehispánicas que conformaban el pueblo, así como plazas y traza de calles que convergen a su centro.

En el centro de la población se localiza el Templo Cristiano, construido sobre una plataforma que se eleva a más de metro y medio del nivel de la calle. Dicha plataforma pertenecía al Templo que fue destruido y utilizado sus restos para la construcción del nuevo templo; las dimensiones y la importancia de la estructura prehispánica se determinan por el tamaño de la plataforma que alberga el atrio, el templo, una pequeña capilla al costado norte y la casa cural.

Entorno al templo se distribuyen varias plazas, siendo la principal por su uso en el tiempo prehispánico y su posterior utilización a la llegada de los españoles (en la trascendencia de la tradición del uso del espacio abierto), la que se localiza frente al atrio y que conforma hoy día la plaza principal del poblado. El espacio abierto es similar a la dimensión del basamento prehispánico descrito anteriormente.

La plaza que le sigue en menor dimensión a la principal es la ubicada al sur del templo, en donde se sitúa en el extremo poniente de la misma, el árbol de ceiba, que según comentarios de Pedro Suárez[3], no es la primera ceiba sembrada, siendo que la actual se sembró en el mismo lugar que la anterior, para lo cual se realizó un rito sagrado en su plantación, preservando el simbolismo de la cultura maya, como signo de fundación mesoamericana.

El espacio abierto del árbol de ceiba es compartido por un pequeño parque infantil que sirve como paradero de taxis y camiones, ocupando este sólo un tercio de toda la superficie, resultando un área delimitada al oriente por una de las primeras tiendas de la población, al sur por edificaciones del periodo virreinal y el acceso a uno de los primeros predios jerarquizado con un arco, y al norte por el templo. Dicho espacio en la actualidad es de gran importancia ya que, además de permitir la apreciación de las fachadas de los edificios ubicados al lado sur, es protagonista de una de las más importantes tradiciones que se realizan actualmente en la región, la “corrida de toros”.

Situado al oriente, en la parte posterior del templo, se encuentra un espacio abierto de menores dimensiones a los anteriores y que, en un principio, estaba limitado por predios con viviendas mayas, que en la actualidad han desaparecido a excepción de una localizada en el extremo nororiente de la cuadra. Dicho espacio es resultado de la existencia de un pozo ubicado en el cruce de las vialidades identificadas como “Camino Real”, en el extremo sur poniente de la plaza de acceso del mercado. Habiendo tenido un uso mercantil por muchos años sin ningún edificio, se decidió construir un mercado con su pequeña plaza de acceso, que por sus dimensiones y bajo nivel, permiten apreciar la espacialidad que conformó la traza de calles y predios.

Usos y costumbres

Los usos y costumbres realizados en los espacios abiertos son muy similares en todas las poblaciones de la región, producto de la transculturación de las creencias mayas y el culto cristiano, así como de nuevas actividades de origen español que los mayas se apropiaron y acondicionaron a sus espacios y sistemas constructivos tradicionales, como es el caso de la corrida de toros.

Las actividades más antiguas en los espacios abiertos se dan frente al árbol de ceiba, lugar de toma de decisiones políticas y religiosas de los mayas y que con la llegada de los españoles se mantuvo en uso hasta la construcción de edificios que absorbieron dichas actividades. No obstante, el árbol de ceiba siguió y sigue siendo un símbolo de las raíces de cada poblado de origen maya, signo visible de la identidad e historicidad de sus pobladores.

Las actividades religiosas son producto de las festividades realizadas al patrono o virgen del pueblo, a la advocación del templo; en el caso de Nunkiní es San Diego de Alcalá, al que se le dedican las procesiones, novenarios y fiestas comunitarias realizadas desde un principio en la plaza principal, que por muchos siglos fue un área con césped natural que recibía la fachada de los principales edificios del centro.  Durante el tiempo que duran los festejos, tienen lugar varias actividades que no necesariamente son de orden religioso cristiano, sino que tienen su origen en los festejos comunitarios mayas y que han adquirido connotaciones contemporáneas.

Durante todas las tardes que dura la fiesta patronal se realizan las corridas de toros, que en un principio se realizaban en la plaza principal por ser el espacio mayor, pero que a finales de los sesentas y principios de los setentas del siglo XX fueron “modernizados” todos los poblados de la región, con la construcción de parques impidiendo el uso de dicho espacio para las corridas, obligando a trasladar la actividad a un espacio abierto alternativo, lo más cercano al templo ya que está intrínsecamente ligado a la festividad religiosa.

Diversas festividades se realizan durante el año en el pueblo, además de la fiesta patronal. Algunas actividades están vinculadas a las fiestas tradicionales en México, como lo es el carnaval, pero con características propias del pueblo. Otras son festividades que han cobrado importancia por la vinculación a la producción agrícola.

En las capillas vinculadas a los pozos se realizan festejos de los santos patrones, vírgenes o cruces que custodian dentro de las capillas, siendo estas las que se realizan en las fechas del santoral católico, pero que también tienen una fuerte carga del pensamiento maya. Algunas de estas capillas tuvieron festejos grandes, llegando a realizarse corridas de toros con el amarrado del tradicional tablado; hoy día sólo la capilla de San Isidro conserva la corrida de toros en su festividad.

Pozos

Los pozos han dado una peculiaridad a la traza del poblado, creando espacios abiertos no sólo en el centro, sino en estructuras prehispánicas cercanas al mismo. Dichos espacios han podido ser conservados cuando, durante el intento de la traza ortogonal, la mayoría de los pozos no quedaron sobre vialidades, evitando su desuso por el riesgo del paso de vehículos.

Otros más que permanecieron sobre las vialidades se mantuvieron hasta que, a principios del presente siglo, fueron tapados debidos a accidentes viales por el incremento vehicular en el pueblo, quedando el dato de su existencia en la memoria de los pobladores que los conocieron en uso.

Se identificaron 29 pozos públicos (ver Figura 3), de los cuales ocho pozos presentan capillas construidas cercanas al pozo, configurando el espacio abierto en algunos casos. En otros, estos espacios abiertos quedaron comparte de las manzanas de población, pudiendo identificarse los espacios abiertos por medio de las entrevistas etnográficas realizadas a los vecinos del lugar.

Los pozos

Figura 3. Mapa de los pozos públicos en Nunkiní, Campeche. Imagen del autor, 2023.

Los pozos vinculados a capillas con fábrica de mampostería, posiblemente construidas durante la colonia, son cuatro (pozos 6, 13, 15 y 16). El pozo 6 tiene una capilla es contemporánea, de mediados del siglo pasado, pero con un espacio abierto posiblemente existente desde el periodo mesoamericano; la capilla colonial de este pozo quedó dentro de una manzana, desvinculada del espacio abierto. Otros pozos presentan capillas contemporáneas, que se construyeron adosadas a oratorios (pozos 4 y 22). La capilla de San José (oratorio convertido encapilla) tuvo un pozo que se tapó con la pavimentación de la calle. El pozo 29 tiene una capilla contemporánea, de finales del siglo pasado; no tuvo oratorio, posiblemente porque fue un barrio de la ciudad maya y no representó interés para los evangelizadores cristianos. Todavía no hay estudios de las fechas de construcción, pero fueron construidas antes de que la traza ortogonal se estableciera en el pueblo, ya que las capillas quedaron dentro de los predios particulares.

Pozo 13 y capilla de San Antonio

El pozo 13 aún en uso (ver Figura 4), se ubica sobre la calle 23, entre calle 18 y 16, localizado a dos cuadras del templo. Se puede apreciar que se ubica sobre lo que era parte de un basamento piramidal, observándose su ubicación en una plataforma intermedia que abarca hasta la calle y viviendas. En la plataforma superior se puede apreciar la vivienda con techo de huano.

Figura 4. Vista del pozo con vestigios de la escalera que comunicaba al basamento superior donde se encuentra una vivienda vernácula. Foto del autor, 2023.

La capilla de San Antonio se encuentra en lo que posiblemente era la plaza de dicho basamento del periodo mesoamericano. El patrón de asentamiento de las viviendas obedece a la ocupación del basamento, que permitió el paso de la vialidad construida posteriormente, apreciándose que las viviendas más antiguas, tienen como referente al pozo (ver Figura 5).

Figura 5. Capilla de San Antonio. Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2024.

La capilla tiene una orientación oriente poniente, de acuerdo a la tradición cristiana de tener el presbiterio de los templos o el altar de las capillas hacia el oriente, quedando el acceso hacia el poniente, siguiendo el recorrido del sol. La capilla tiene su espadaña con dos vanos, característica de las construcciones franciscanas; su cubierta es de bóveda de cañón corrido.

En la investigación etnográfica se pudo identificar otro pozo, que los vecinos creen es de la misma época del pozo público, sólo que este quedó dentro de un predio, en lo que podría haber sido la plaza del templo mesoamericano, ubicada al sur del basamento. El pozo tiene el mismo diseño del pozo público antes de su remodelación, con un brocal bajo de piedra labrada, ya que el agua se sacaba sin el uso de polea.

La distancia y orientación de los pozos con respecto a la capilla configura el espacio abierto (ver figura 6), con lo que se podría confirmar que este espacio era no sólo un sitio de culto, sino también de reunión para el suministro de agua. Su importancia durante el virreinato motivó la construcción de una capilla como parte del proceso de la conquista espiritual, al ser posiblemente un espacio en el que se continuaron los ritos al estar destruido el templo principal, sobre el cual se edificó la capilla abierta de Nunkiní. La capilla de San Antonio continúa con su festejo en el santoral de su santo patrono, reduciéndose el festejo al pequeño espacio que le quedó al frente de la capilla y dentro del predio particular.

Figura 6. Vista aérea de la capilla San Antonio y los dos pozos. A nivel de la capilla iniciaría el espacio abierto. Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2024.
Pozo 6 (Cruz ch’e’en) y capilla de San Francisco

El pozo Cruz ch’e’en se encuentra ubicado en el cruce de las calles 24 y 22. Su diseño era similar al del pozo 13, con un brocal bajo y piedras labradas; el pozo se encuentra en uso. Su nombre obedece a maderas cruzadas colocadas en el brocal en forma de cruz. Para seguridad en el sacado de agua por medio de cuerdas y sin uso de polea, las personas se paraban en el brocal, en la división formada por las maderas, para sacar el agua.

Esta característica de tener nombre es poco común, no todos los pozos tienen nombre, pero algunos recibieron un nombre, siempre por alguna de sus características físicas y sucesos, lo cual atribuye a este pozo la cualidad de sujeto para el pueblo maya. La ubicación del pozo está al noreste del templo cristiano, a tres cuadras en lo que podría haber sido un sak bej que comunicaba a la plaza del templo principal mesoamericano, en el centro del poblado.

La capilla de San Francisco se ubica sobre la calle 13, no teniendo comunicación directa con la actual traza del pueblo. Junto al pozo hay una capilla construida en los años 70 del siglo pasado, para alojar cruces que se encontraban en el monte, posiblemente escondidas para no ser destruidas durante la revolución mexicana (ver Figura 7). Esta capilla contemporánea no es la que originalmente generaba un espacio abierto junto con el pozo Cruz ch’e’en.

Figura 7. Pozo Cruz ch’e’en y capilla contemporánea de San Francisco, Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2023.

La capilla de San Francisco ubicada sobre la calle 13 (ver figura 7) es de diseño similar a la capilla de San Antonio, con muros de mampostería; su espadaña con tres vanos en la fachada, con losa plana de vigas de madera y bakpek[4]. En su interior se observa el pequeño altar con una cruz con nombre de San Francisco. La orientación de la capilla es la tradicional, con altar hacia el oriente y fachada al poniente, procurando que al frente de la capilla se localice el espacio abierto, parte de la tradición de la evangelización durante la conquista. En la actualidad, la capilla se encuentra rodeada de construcción de la casa de los propietarios del predio, en el que quedó la capilla, y quienes son los custodios de la misma.

Figura 8. Vista aérea de la Capilla de San Francisco, con construcciones adosadas en sus colindancias. Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2024.

Vinculando la capilla de San Francisco y el pozo Cruz ch’e’en, se forma un espacio abierto que se perdió con la traza reticular (ver figura 8), que dejó el espacio abierto dentro de la manzana, la cual se fue poblando con la familia que custodia la capilla. Cuando el espacio abierto estaba en uso público, se realizaban festejos a San Francisco, con corridas de toros por la dimensión del espacio, mismas que dejaron de hacerse cuando el espacio abierto comenzó a ocuparse con construcciones de vivienda[5] (ver figura 9).

Figura 9. Vista aérea de la capilla de San Francisco y el pozo Cruz ch’e’en, Nunkiní, Campeche, foto del autor, 2024.

Este caso muestra que, en otro momento, por la diferencia en la fábrica de la capilla, se colonizó espiritualmente este espacio que debió haber tenido una tradición ritual, festiva y de suministro de agua, lo que ameritó la intervención cristiana con la construcción de una capilla. La capilla de San Francisco continúa con su festejo en el santoral de su santo patrono, reduciéndose el festejo al pequeño espacio que le quedó al frente de la capilla y dentro del predio particular.

Pozo 16 y capilla de San Usebio

El pozo 16, sin nombre, se encuentra sobre la calle 21, entre la calle 12 y 27, en esquina con una calle secundaria. El pozo se mantiene en uso y su brocal fue elevado para seguridad de personas y animales, elemento que abonó para no ser tapado con la pavimentación de las calles, impidiendo que corriera con la misma suerte de otros pozos ubicados sobre las vialidades.

El pozo, al igual que los otros, presentaba un brocal bajo, sin uso de polea, con el tiempo y por políticas de seguridad, se le elevó el brocal, pero se colocó una escalera, para poder continuar sacando agua parados sobre el brocal, como se acostumbraba. Cuando se elevó el brocal se le construyó un arco, pero no se le colocó la polea (ver figura 10).

Figura 10. Vista del pozo 16 y la capilla de San Eusebio, Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2023.

La capilla de San Usebio, nombre de la cruz que se encuentra en su interior, también está asociada al Santo de los cazadores, posiblemente de costumbres mayas, ya que San Usebio tiene su fecha de celebración el 17 de agosto. La fecha de celebración de la capilla es el 3 de mayo, conmemoración de la Santa Cruz, pero también periodo en que se realizan los ritos para petición de agua, vinculados con Cháak[6].

La fábrica de la capilla es de muros de mampostería con bóveda de cañón corrido. Se encuentra dentro del predio particular como las otras capillas, a diferencia de las anteriores, la capilla no presenta espadaña. Su orientación varía con respecto a las primeras, ya que se orienta sur-norte, posiblemente para estar frente al espacio abierto que debió estar vinculado al pozo. La existencia de una calle secundaria, posibilita que fuese un espacio abierto, con viviendas que se ubicaban al final de esta calle secundaria (ver Figura 11).

Figura 11. Vista aérea del pozo 16 y capilla de San Usebio (a la derecha de la imagen), con lo que era el espacio abierto vinculado al pozo. Nunkiní, Campeche, foto del autor, 2024.

Como se puede apreciar en la foto, el pozo estaría dominando el espacio abierto, por lo que la ubicación de la capilla convenientemente cambio su orientación tradicional, para estar frente al espacio que pudo haber tenido una importancia en festividades relacionadas con la caza o la petición de agua.

Pozo 7 (Chaaltun ch’e’en) y capilla de San José

El pozo número 7, conocido en el pueblo como Chaaltun ch’e’en, se encuentra ubicado en el cruce de las calles 16, 16-A y 21. El pozo se encuentra tapado, debido a que se ubicaba sobre la calle, al ser pavimentadas y con el pretexto de evitar accidentes, se tapó el pozo, así como otro ubicado al otro extremo de la calle 16-A.

La ubicación exacta del pozo estaba en el punto en donde la calle 16-A llega a este pequeño espacio abierto, hacia el nororiente de la capilla de San José (ver Figura 12). La calle 16-A es una calle diagonal, posiblemente un sak bej que llegaba a este espacio abierto, antesala del templo principal ubicado en el centro, ya que, si se prolonga la calle, llega a la parte suroriente del templo.

Figura 12. Pozo Chaaltun ch’e’en y capilla de San José, el pozo se ubicada aproximadamente donde se ubica la persona con el triciclo. Nunkini, Campeche. Foto del autor, 2023.

Su nombre en maya, Chaaltun ch’e’en, posiblemente sea por las sartenejas[7] que se encontraban rodeando el brocal del pozo. El brocal era similar a los demás, bajo y construido con piedras labradas, sin aplanados, sin polea para sacar el agua. Las sartenejas, que otros pozos también tenían, era para que los animales tomaran agua.

El pozo tiene una historia relacionada con un tesoro en su interior, pero que el k’eex o cambio que pide el tesoro es de una vida, por eso nadie se ha atrevido a buscarlo, menos ahora que ya está tapado. Su capilla cuenta con un adoratorio que tiene cubierta de cañón corrido, al cual se le añade una nave de construcción contemporánea. En el interior hay cruces verdes y la figura de San José. Su festividad es famosa en el pueblo y corre a cuenta de los propietarios del terreno en el que se encuentra la capilla. Como en todos los festejos de las capillas, similar a los de los gremios, la invitación está para quien quiera llegar. Se le da un plato de comida con tortillas, comúnmente de cochinita pibil, y se dan a beber aguas frescas como horchata. Estas festividades son parte de los ritos de petición y agradecimiento, ofrecidos a los seres metafísicos, señores cuidadores del pueblo, animales y el monte.

El oratorio con su nave techada está orientado hacia el norte, no respetando la orientación oriente-poniente. Esto debido a que el espacio abierto se genera con relación al pozo y en el espacio en el que podría ir la capilla con su orientación tradicional, existe una casa colonial, posiblemente construida en tiempos de la construcción del oratorio, por lo que el oratorio se ubicó en un sitio de dominio del espacio, para su misión de evangelización (ver Figura 13).

Figura 13. Vista aérea del Pozo Chaaltun ch’e’en (ya tapado por la pavimentación de la calle, el círculo señala su ubicación) y capilla de San José, se puede apreciar en el extremo de la capilla, el cambio de tipo de cubierta, correspondiente al adoratorio, Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2023.
Pozo 15 y capilla de San Martín

El pozo 15 no tiene nombre. Se encuentra ubicado en la privada San Martín, en el extremo nororiente del espacio abierto en el que se construyó una cancha y una escuela, la cual se encuentra en terreno elevado, posiblemente parte de un basamento piramidal, motivo por el cual se configuró el espacio abierto (ver Figura 14).

Figura 14. Vista del pozo en primer plano y al fondo la cancha en lo que era el espacio abierto y escuela en un nivel superior de lo podría haber sido el templo mesoamericano. Nunkiní, Campeche. Foto autor, 2023.

El pozo está en uso, su brocal fue elevado. En el brocal se ubican bombas de agua que suministran el vital líquido a las casas vecinas, utilizado para la siembra de traspatio y cría de animales; antes del agua potable, se utilizaba para consumo humano.

La capilla de San Martín se ubica en lado sur del espacio abierto, rodeada de construcciones de vivienda. Tiene en su fachada una espadaña de cuatro vanos, con muros de mampostería alberga en su interior cruces verdes y figuras de San Martín. La capilla no tiene la orientación tradicional, estando orientada con su fachada al norte, que al igual de la capilla de San José y San Usebio, esta capilla se ajusta al espacio abierto existente (ver figura 15).

Figura 15. Vista aérea del Pozo 15 y capilla de San Martín, enmarcados dentro del rectángulo que señala el espacio abierto. Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2023.
Pozo 29 y capilla de San Isidro

El pozo 29 fue de los últimos que ubicamos, localizado casi a las afueras del poblado, posiblemente haya sido un barrio de la ciudad mesoamericana de Nunkiní, ya que sus habitantes mantienen una relación de parentesco y sus usos y costumbres están muy arraigados.

El pozo, a diferencia de los otros, tiene un brocal cuadrado de mampostería (ver Figura 16), posiblemente sea un brocal construido en un pozo natural, tema que los habitantes creen al existir pozos ubicados en el monte, que han encontrado y sirven como referentes, pero también para suministrarse del vital líquido en tiempos de sequía.

Figura 16. Vista del pozo 29, barrio de San Isidro, Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2024.

El pozo continúa en uso, pero ya no con la tradicional soga y cubeta. Ahora tiene una bomba de agua que suministra el líquido para uso de siembra de traspatio y cría de animales.

La capilla de San Isidro es de construcción contemporánea (no existen datos de una anterior), pero el espacio abierto existía desde antes de la construcción de la capilla, por lo que se construyó dentro del mismo (ver Figura 17). Su orientación es la tradicional y su fiesta está vinculada a la petición de lluvia.

Figura 17. Pozo 29 y capilla de San Isidro, Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2024.

La festividad de esta capilla es de las más importantes y la única que ha perdurado con la corrida de toros, a demás de la fiesta del santo patrono del pueblo. El espacio abierto es amplio y se aprovechó para la construcción de una escuela y una cancha.

Pozo 4 y capilla de San Román

Finalizamos con el pozo 4 localizado en el espacio abierto del barrio de San Román, donde convergen las calles 17, 14 y 5. El pozo 4 ubicado al extremo surponiente, domina el espacio abierto que no ha sido ocupado por construcciones (ver Figura 18); mantiene su brocal de mampostería y ya no está en uso, debido a que los predios vecinos cuentan con agua potable y algunos han construido pozos en sus solares.

Figura 18. Vista hacia el oriente, con el pozo 4 en primer plano. Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2023.

La capilla vinculada al pozo 4 se encuentra al otro extremo del espacio abierto; su fábrica es similar a la capilla de San Martín, con muros de mampostería, espadaña de cuatro vanos y techo de concreto, posiblemente perdieron el techo y fueron sustituidos por espadaña de cuatro vanos y cubierta de concreto, posiblemente esta última sustituyendo a la original (ver Figura 19). En su interior, al igual que las otras capillas, está la cruz verde, la cual tiene el nombre de San Román.

Figura 19. Capilla de San Román. Nunkiní, Campeche. Foto del autor, 2023.

La capilla se orienta tradicionalmente de oriente a poniente, favoreciendo que el espacio abierto, ubicado a dos cuadras del centro del poblado, posibilitó su ubicación, pero a semejanza de la capilla de San Isidro, se encuentra construida dentro del espacio abierto, a diferencia de las otras que quedaron dentro de los predios particulares.

Este barrio es uno de los más importantes del pueblo, con una tradición de participación en las festividades del pueblo como el carnaval y la fiesta patronal, con grandes artistas. Con este último caso, se constata el proceso de conquista espiritual en espacios vinculados a los pozos, en un poblado que ahora se ve pequeño, pero que era de los más poblados a la llegada de los españoles.

4.   Discusión

La plaza colonial, la plaza de armas, la plaza mayor, la plaza principal, son algunas de las acepciones que recibe este espacio abierto. Esta plaza rige la traza urbana de las poblaciones hispanoamericanas. Las definiciones al respecto son variadas y muy discutido su origen, lo cierto es que han prevalecido sin cambios drásticos hasta nuestros días.

Las definiciones están basadas en los estudios de las principales capitales de la América hispana, por lo que la influencia a los poblados cercanos, será de gran determinación en la configuración de un esquema de plazas en la región, que se repite en todas las ciudades, pueblos o villorrios. La importancia dada a la misma genera una nueva estructura económica, social y política centrípeta, que resume la vida del país y constituye el epicentro del acaecer histórico; es un espacio abierto rodeado de la arquitectura más representativa y también centrífuga, entorno a la cual se desarrolla la ciudad (Rojas-Mix, 1975; Bonet, 1991).

Alguno autores le asignan una relación más común con la plaza mayor española, que con la plaza prehispánica, dando por sentado que su creación en América deriva absolutamente de la influencia española como lo expresara en uno de los primeros estudios sobre el tema Richard Robert (1947), en su artículo de la plaza mayor en Espagne et en Amérique espagnole, en donde establece características similares a las descritas por otros especialistas, pero culmina otorgando el influjo a la cultura española  señalando los siguientes aspectos comunes de la plaza mayor hispanoamericana:

  • La plaza mayor ocupa el rectángulo libre producido por la supresión de una manzana de casas.
  • La plaza mayor es el símbolo y el centro de la ciudad.
  • La ciudad hispanoamericana es una plaza mayor rodeada de calles y plazas, más que un conjunto de casas y calles en torno a la plaza mayor.
  • La plaza mayor sigue “al pie de la letra” [aunque no en todas las ciudades] las Ordenanza de Población de Felipe II que imponían una proporción de tres por dos.
  • La plaza mayor hispanoamericana es abierta en contraposición a la española que es cerrada; esto es debido a que son encrucijadas y no obstáculos y que son monumentales por sí mismas y no por los edificios que las rodean.
  • La plaza mayor americana es una plaza de estado frente a las españolas que son plazas municipales.
  • La plaza mayor es una creación específicamente española, desconociéndose en Portugal y Brasil.

Al igual que en las ciudades capitales novohispanas, la plaza mayor está rodeada de plazas menores, vinculadas a barrios en el crecimiento de la ciudad novohispana. La diferencia que tienen estas trazas ortogonales novohispanas, con los espacios abiertos del poblado de Nunkiní, es que los espacios abiertos son posiblemente preexistentes a la conquista. Las llamadas plazas mayores no siempre se ubican frente al templo, ya que su orientación obedece a la traza de la ciudad mesoamericana.

En poblados pequeños como Nunkiní, podemos observar la resistencia ante este colonialismo urbano y espiritual, al mantener sus espacios abiertos vinculados a los pozos y posibles templos o palacios del periodo mesoamericano. Estos subcentros sustituyeron o mantuvieron los ritos del pueblo maya y no necesitaban exclusivamente del templo principal para poder mantener vigente sus creencias. Sus prácticas religiosas se ajustaban a esquemas no convencionales para los cristianos europeos que llegaban a evangelizar, por lo que la resistencia ante el colonialismo se prolongó por más de un siglo, no llegando a completarse nunca, pero sí a imponer rasgos cristianos en los ritos sincréticos que hoy vemos.

La existencia de gran cantidad de pozos en el pueblo de Nunkiní nos permite ver la dinámica sociocultural y el patrón de asentamiento que persistió al dominio español. Los pozos públicos siguieron teniendo uso hasta finales del siglo pasado, cuando algunos pozos empezaron a taparse por la pavimentación de vialidades. Otros pozos generaron calles privadas en los interiores de las manzanas, al mantenerse su uso, donando los dueños del predio el espacio para la vialidad y acceso al pozo.

Las capillas tienen una clara intención, el colonizar espiritualmente las prácticas religiosas en lo que parece ser espacios abiertos de templos mesoamericanos. En algunos casos es evidente el desnivel de los basamentos piramidales, la ubicación u orientación de las capillas con respecto a estos y los pozos, pudiendo ser claros los espacios abiertos, los cuales, a diferencia de las orientaciones cristianas que siguen la regla de oriente a poniente, estos espacios siguen a orientación al templo mesoamericano, posiblemente orientados a posiciones astronómicas.

Sus diferentes fábricas, tipologías (cubiertas de cañón corrido y losas de bakpek) nos muestran que fueron construidas en tiempos distintos, lo cual también es signo de que no fue fácil la evangelización y erradicación de ceremonias mesoamericanas mayas.

Las prácticas religiosas no pudieron ser eliminadas por completo, pues si bien, en la actualidad (y posiblemente desde la colonia) se festeja al santo patrono o virgen, las fechas y las intenciones de las mismas están ligadas a la caza del venado, a la petición de lluvia, sincretismo que muestra una resistencia ante la conquista religiosa.

El pozo es de suma importancia en esta región carente de ríos y lagos. El pozo no sólo es la vía para la obtención del agua. Al igual que las grutas, el pozo es el axis mundi que comunica al inframundo, por lo que se encuentra igualmente vinculado a la presencia de seres metafísicos, donde de igual manera se respeta y sirve de sacralización a los espacios abiertos.

Las poblaciones mayas de la península de Yucatán están plagadas de pozos públicos, llamados en maya ch’e’en kaj, pozo del pueblo, para el pueblo, no privatizado, acceso al agua por derecho, fuera de la propiedad privada. Esto es parte de la gobernanza del pueblo maya, la defensa de los pozos del pueblo para que no sean tapados por causas del uso de vehículos.

Aunado a lo anterior, el nombrar pozos por sus características de sus brocales, por que al estar contrayéndolos encontraron un tipo de tierra, porque el agua tiene un sabor distinto, porque está ubicado cercano a otro que es su similar en forma y tiempo, son todas estas razones para subjetivar al pozo, darle un elemento más de valor, para llevarlo a lo patrimonial.

En lo patrimonial los pozos de este tipo no están protegidos. Para empezar, ni siquiera están registrados, propiciando más su clausura por políticas públicas que buscan la modernidad al pavimentar mas espacios abiertos y calles. Si buscamos ubicarlos en una categoría patrimonial establecida por nuestra ley federal, difícilmente podrían ser catalogadas en algunas, salvo estudios minuciosos de su fábrica para ubicarlas en lo arqueológico o histórico, pero siempre quedará la duda de su construcción o acondicionamiento de una fuente natural de agua. En lo referente a la UNESCO, entraríamos en el dilema expuesto por Sanchez (2014) cuando explora la ubicación de los saberes constructivos para amarrar las casas, en donde se entrelazan diferentes categorías, con el riego de que, si se ubican en una, se desconozcan o no protejan las otras aristas del patrimonio, en especial lo inmaterial. La propuesta planteada es ubicarlas como patrimonio biocultural, categoría establecida en primera instancia por etnobiólogos y que Sanchez (2014) lo usa por primera vez para trasladarlo a la arquitectura vernácula, en la que la Carta del Patrimonio Vernáculo (UNESCO, 1999) ya hacía referencia a su estrecha relación con lo natural. Hoy día con los estudios etnográficos del patrimonio vernáculo, podemos ver que, además de lo natural, también está el pensamiento filosófico, en el cual se le atribuyen elementos identitarios y rituales, por lo que los pozos pasan a ser también sujetos que dimensionan el territorio maya en sus tres dimensiones: cielo, tierra e inframundo.

Las capillas están registradas en el INAH, pero no se han realizado estudios puntuales en las mismas, pudiéndose ver que el mantenimiento ha corrido por cuenta de las familias que las tienen dentro de su predio. La pérdida de conocimiento de las técnicas constructivas de las capillas ha ocasionado el uso de materiales incompatibles; aplanados con cemento se pueden ver en los muros, con el consecuente disgregado de los morteros de mampostería.

5.   Conclusiones

Las principales características de las ciudades hispanoamericanas del siglo XVI, se basan en el diseño de su plaza mayor y los elementos de su entorno concentrados en los poderes religioso, político y económico, acompañados de los elementos que complementan dichos edificios como son los portales. Asimismo, se encuentra entre las características urbanas, su traza ya sea en damero u ortogonal.

Las hipótesis de la génesis de los tópicos urbanos siguen en discusión, debido a lo mucho que falta por investigar, así como las nuevas características que otros poblados presenten en regiones específicas. Tal es el caso de la región maya, que, por lo difícil de la generación de conocimientos respecto al urbanismo prehispánico, es una región que puede aportar información importante, concentrada en aquellas poblaciones que no fueron las capitales, sino que, por su poca importancia a escala regional, han conservado casi intactas sus características urbanas con que se fundaron o refundaron.

La presencia de la plaza mayor como se conoce en las Ordenanzas de Felipe II, no se hace presente en la región maya, aunado a que no viene siendo el único espacio abierto existente o el centro regidor de la trama urbana.

En la región de estudio, las nuevas características identificadas en los poblados estudiados, se presentan como patrones repetidos entre los poblados que fueron refundados sobre asentamientos prehispánicos y que se transmitió a los poblados fundados por españoles en la misma época; características propias de la cultura prehispánica maya y su conocimiento en el aprovechamiento de los recursos naturales y en el manejo de su medio ambiente.

Con la adaptación de los nuevos regímenes políticos, religiosos y económicos por parte de los conquistadores, se dio como resultado poblaciones con una identidad urbana propia de la región.

Los tópicos identificados en el análisis morfológico de la traza urbana de los poblados se presentan primero en los que contienen antecedentes urbanos prehispánicos al ser refundados por los españoles. Parte de estos tópicos se transmiten, junto con la tradición urbana de los mayas, a los poblados nuevos que se fundaron en la región por las mismas fechas.

El análisis dio como resultado los siguientes tópicos que coinciden en algunos aspectos con los ya estudiados en las diversas ciudades hispanoamericanas del continente, siendo los siguientes:

  • Conjunto religioso: templo prehispánico/capilla abierta, nave cubierta, templo, casa cural, convento.
  • Plazas: la plaza principal (primero del templo prehispánico, después del poblado virreinal) y plazas aledañas al templo integradas al centro del poblado.
  • Estructura vial: Camino Real, sak bej.
  • Pozos
  • Árbol de Ceiba.
  • Configuración espacial: ejes que parten y convergen al templo (cristiano o prehispánico).

La necesidad del suministro de agua en la región norte de la Península de Yucatán, es imperante para el asentamiento de poblaciones; al no existir ríos, los mayas recurrieron a las grutas en las que pudieran encontrar ríos subterráneos. Otra solución fue la captación de agua de lluvia a través del chultún (cisterna maya). El asentamiento de un poblado y su próspero desarrollo no se debió en todo a las grutas o al chultún, más bien fue por la existencia de pozos naturales que rigieron la ubicación de espacios abiertos y por consiguiente la de los edificios.

Los pozos naturales y construidos se encuentran ubicados, en la mayoría de los casos, en una de las aristas del espacio abierto, propiciando otros usos en el mismo, lo cual permitió la utilización del espacio abierto, una vez que ya no se requiriera del uso de obtención de agua con la instalación de la infraestructura hidráulica.

El espacio abierto se configura por hitos, tradiciones, usos y costumbres y por elementos icónicos relacionados con la cultura maya. Los vestigios del urbanismo mesoamericano maya han sido la principal fuente de conservación del patrimonio inmaterial del pueblo maya, le han dado una configuración particular a los centros de población y rompen la traza reticular con trazas diagonales.

Estos vestigios son los que han conservado el hábitat vernáculo intacto, al haber quedado en los centros de las manzanas de la traza ortogonal, con calles que conducen a un espacio abierto que se configura con la presencia de un pozo comunitario y casas mayas en su entorno.

Todo este patrimonio presenta mayor riesgo de perderse al no ser considerado como una parte sustancial de su paisaje cultural, sin atribuirle un valor cultural, lo cual propicia la relación de “proyectos de desarrollo” sin los estudios multidisciplinarios adecuados. También hace falta estudios arqueológicos que muestren más evidencias de los basamentos piramidales mayas, así como de arqueología histórica en las capillas y pozos.

Este trabajo transdiciplinario, de postura horizontal, con diálogo de saberes, plantea además de la visualización de los pozos como patrimonio biocultural, la posibilidad de hacer investigación desde las necesidades del pueblo, en una colaboración que decoloniza las prácticas extractivistas de la academia.

6.   Agradecimientos

A los pobladores de Nunkiní.

Al CONAHCYT por el apoyo para el proyecto de Ciencia de Frontera CF/2019/51229

7.   Referencias

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8. Notas

[1] Para Quijano, 1992: 11, señala que, en el caso de América, al conquistarse el continente por parte de los europeos se estableció una relación directa de dominación, política, social y cultural de aquellos sobre los pueblos conquistados. Esa dominación se conoce como colonialismo. Posterior a la independencia, el colonialismo interno continúa la colonialidad, impuesta por los gobiernos independientes (González, 2003, p.  2-3). La lucha por librarse de las condiciones impuestas por el colonialismo, como la vergüenza por la identidad cultural, el color de piel, las formas de producción agrícola y en este caso por la vivienda vernácula, se conoce como un proceso decolonial.

[2] Varios autores utilizan este término para clasificar a la geografía política de la zona maya en estudio del siglo XVI, entre ellos está Roys, 1957; Quesada, 1993; 2001; Okoshi, 1999; 2009.

[3] Comunicación verbal, Nunkiní, 2008.

[4] Sistema constructivo para cubiertas a base de vigas de madera (con el tiempo algunos techos las sustituyeron por vigas de acero de Cauville) y viguetillas, que soportaban una losa de mampostería a base de piedra, sascab y cal.

[5] No se tiene la fecha exacta, pero por comentarios de vecinos del lugar, fue cuando el predio se dividió para los hijos del dueño del terreno. Podría haber sucedido a mediados del siglo pasado.

[6] Considerado como el proveedor del agua, similar a Tlaloc. La fiesta patronal de Nunkiní, y de los pueblos vecinos, está vinculada a la petición de lluvia, llevándose a cabo las fiestas patronales en un periodo que parte en la Semana de Pascua y termina en el mes de mayo.

[7] Las sartenejas son oquedades naturales en las piedras calizas de la península de Yucatán, que acumulan agua en temporadas de lluvia y son usadas por los animales para hidratarse. También son artificiales y se labraban como recipientes de piedra para colocarlos junto al brocal de los pozos, se llenaban de agua para que los animales pudieran beber.

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