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Por: Mildred Moreno Villanueva
Doctora en Ciencias en Arquitectura y Urbanismo y Maestra en Ciencias en Arquitectura por el Instituto Politécnico Nacional, Ingeniera Arquitecta egresada de la ESIA Tecamachalco; es Investigadora Nacional en el Sistema Nacional de Investigadores de CONACYT Nivel 1 ha participado en diversos proyectos de investigación como: Resiliencia y transformación urbana, Espacio público y reconstrucción o la expansión vertical de la Ciudad de México, entre otros; ha impartido cursos de Maestría relacionados con la ciudad y el espacio público y tiene diversas publicaciones nacionales e internacionales como: “La construcción del espacio público patrimonial”, “La recuperación virtual del patrimonio”, “La Ciudadela. Cultura extramuros”, “De paseo por Coyoacán”, “La calidad del espacio público en México, estado actual y tendencias”; “El espacio público como protagonista de la ciudad”; “Gentrificación espacio público y habitabilidad”; o “La ciudad de México después de septiembre de 2017”, por mencionar algunos.
Actualmente se encuentra trabajando en un proyecto para mitigar riesgos de obesidad y sobrepeso en la Ciudad de México considerando al espacio público como factor asociado a la movilidad humana saludable.
Reseña
En este libro, el autor Salvador Urrieta García realiza un trabajo muy completo y actual en cuanto a la recomposición de la ciudad histórica, tomando como parte primordial del proyecto urbano la memoria urbana de dos Barrios del siglo XIX en dos latitudes distintas, no con el afán de realizar una comparativa; sino más bien con la intención de analizar cómo es la memoria urbana en territorios diferentes con sociedades diferentes. Así, se retoman similitudes tomando, en los dos casos, como referencia el agua: tenemos entonces al Barrio La Madeleine Champs de Mars, en la ciudad de Nantes, en Francia, a un costado del río Loire; y al Barrio de San Rafael, en la Ciudad de México en México, a un costado del antiguo acueducto prehispánico (la calzada de la Verónica, hoy Circuito Interior).
El libro se divide en tres partes complementarias: presente, pasado y futuro se conjuntan para realizar una reflexión de aquello que se podría estar quedando de lado a la hora de proyectar la ciudad en una escala barrial, y que es necesario retomar partiendo de “La crisis de hoy”, como titula el autor a su primer capítulo, donde comenta diferentes visiones de los estudiosos de la ciudad actual, y su valor patrimonial en relación a las fricciones derivadas de problemas como la compaginación de los modelos neoliberales, el reino de lo urbano, la especulación o las trampas de la mundialización. Autores como: Francoise Choay, Isaac Joseph, René Schoonbrodt, Óscar Olea, Zaida Muxi, Emilio Duhau y Angela Giglia, por mencionar algunos, conforman la parte teórica con perspectivas de dos mundos, lo que enriquece el documento, mostrando la preocupación por observar aquello que pareciera estar mal para tomar acciones futuras.
Entonces, a partir del hoy, con reflexiones que van desde la pregunta: ¿en nuestros días estamos realmente construyendo ciudades o más bien las estamos destruyendo? -pregunta que podría tornarse como catastrofista-, Urrieta García hace una construcción analítica que abre paso a un discurso con tintes económicos, sustentables, sociales, culturales, políticos, morfológicos y arquitectónicos. Si bien no profundiza en todos, el motivo es abrir las puertas al debate integral, donde cada investigador desde su disciplina puede abordar cualquiera de los temas aquí mostrados.
El autor se remite a una ciudad que se encuentra perdida, ausente, extraviada ante la crisis del espacio habitable. Si el espacio público no brinda una calidad humana, no garantiza una ciudad habitable. La ciudad ha sido tomada por los empresarios, poniendo por encima de la humanidad el valor económico en el rehacer la ciudad. El valor del uso del suelo y la distribución del espacio de acuerdo a la distinción de clases sociales es una preocupación evidente, por lo que el autor puntualiza en cuestionar: ¿quién decide sobre la ciudad?, haciendo alusión a si ellos, los que deciden, tomarán en cuenta que la ciudad tradicional tiene símbolos y signos que generan arraigo de los habitantes de la ciudad hacia sus lugares de vida. En esta primera parte, el libro se muestra exquisito en su ir y venir teórico, diverso en temas y enfoques. El autor trata de no dejar de lado tema alguno que precisa como importante en la urbe, por lo que el tema de la cultura no puede faltar. Considera pertinente hablar sobre la diversidad cultural en este estudio de dos mundos, que en el documento extiende a otros territorios, cuidando siempre no estandarizar.
El libro contiene también temas de tendencia, y explica brevemente conceptos como Smart city (ante el cual el autor se muestra escéptico), para virar hacia la segunda parte donde la conservación urbana y la memoria local de los Barrios deben retomarse para no continuar siendo una ciudad ausente, perdida, distraída. Es así como en la parte media de este texto, la memoria urbana es enfatizada a través de dos barrios, La Madeleine Champs de Mars en la ciudad de Nantes, en Francia, y el Barrio de San Rafael en la Ciudad de México, en México. Con el objetivo de valorar la historia con las huellas que va dejando el tiempo, se plantea establecer las bases para la regeneración de barrios antiguos, consolidando la memoria histórica, capitalizando la memoria colectiva, siempre con la consideración espacial de lugares de alta significación. El autor nos lleva por un viaje entre un barrio de Francia y uno de México, con imágenes y mapas que van ubicando al lector en tiempo y espacio, e invitando a la imaginación a recorrer lugares y momentos quizá no vividos: un Barrio en Nantes en el oeste de Francia, como diría Salvador Urrieta, es un lugar con doble personalidad, que muestra huellas del medievo en el siglo XV, y de su formación como barrio en el siglo XIX, exponiendo ambas épocas, y la situación geográfica donde pasa el río Loire (característico de las ciudades Europeas, lo que facilitó el comercio marítimo de la época antigua). La Madeleine es descrita de forma acogedora como un lugar con construcciones de baja altura predominantemente, con pocas construcciones elevadas sin orden, con una pequeña capilla al sur y rodeada de casas de pescadores (1818). Mientras desarrolla esta decripción, Urrieta va posicionando los cambios del barrio con diversos planes que van del siglo XVIII (Plan De Fer, 1716), hasta el plan de la reconstrucción en 1945, donde ya se muestra la traza actual con la memoria vista a través de planos con elementos claves para recordar en cada época, como lo son la fábrica, la capilla, los coches o baños y lavaderos públicos, o bien, elementos urbanos que rememoran eventos históricos en el lugar, como el memorial en 2012 sobre la abolición de la esclavitud, en donde se asume un pasado ominoso, enriquecido con la memoria de la gente en sus calles, lo que ayuda al lector a acercarse más al lugar.
Por otra parte, nos encontramos con el Barrio de San Rafael en la Ciudad de México, creado en siglo XIX. En él, Urrieta García continúa con la misma metodología, nos muestra una serie de planos que nos acercan al lugar, entrelazándolo con una redacción amena y muy particular que atrapa con términos sugerentes como “el vientre de agua de un espacio urbano nonato”, ligando la valoración del territorio a la época prehispánica por medio del agua con referentes históricos que enmarcan las transformaciones espaciales del lugar en relación a otros barrios antiguos (Azcapotzalco, Tacuba, Popotla, Mixcoac, San Ángel, Coyoacán, etc.), los cuales se observan en mapas de 1524, como es el caso del mapa de Nüremberg. Así, a partir de elementos gráficos en los planos, el autor bosqueja relaciones espaciales y simbólicas con la ciudad del momento, lo que nos ayuda a entender en el presente las delimitaciones socioespaciales de algunos Barrios. Señala, en el mapa de 1850, la delimitación del barrio de San Rafael principalmente con el elemento agua a través del acueducto prehispánico (la calzada de la Verónica, hoy Circuito Interior), a lo que el autor le llama “delimitación hipotética del Barrio de San Rafael”. Así, estos planos van mostrando poco a poco la aparición del Barrio. El Plano de Trasmonte de 1628 muestra una ciudad ordenada con edificios administrativos, religiosos, casas, calles, todo en armonía con el agua; en el Plan de la Fameuse et nouvelle ville de Mexique, de Nicolas de Fer, de 1715, se observan calzadas principales que existen hasta la fecha, por mencionar algunos de los planos de importancia que el documento muestra.
No obstante, el autor también se apoya en fotografías y pinturas de ese tiempo, donde se muestran elementos factibles de destacar para la conservación de la memoria y del patrimonio pero que ya no existen de manera física, como la Fuente de Tlaxpana, que se puede apreciar en las imágenes de 1855 de Casimiro Castro, monumento que dejó de existir a finales de siglo XIX; la vista desde el convento de San Cosme de 1847, o el gran Tívoli de San Cosme con imágenes de 1873 y 1878. Aparecen otros recuerdos del Barrio de San Rafael, como el cine del mismo nombre de la colonia, haciendo alusión a su vida lúdica. Se dibuja el Barrio en la época actual con un patrimonio urbano-arquitectónico degradado que se conserva, tanto de manera física como en la memoria urbana.
Por último, en la tercera parte del libro Salvador Urrieta procura el discurso de la memoria urbana como parte fundamental del proyecto urbano-proyecto local para la recomposición de la ciudad, en el sentido de rehacer ciudad imponiendo como condición tomar el dominio del espacio para habitar de la mejor manera los nuevos tiempos en la ciudad construida. Puntualiza la diferencia de culturas y elementos heredados; en esta parte el autor nos acerca al término de proyecto urbano, separando el término “proyecto” del calificativo “urbano” para después volver a unirlos, mostrando las escalas y facetas en la que puede ser aplicado. Urrieta postula que “el proyecto urbano no se realiza de manera casual o gratuita, se cumple en la medida en que exista un compromiso político y social”, “puede ser pensado no como una imagen finita, sino como un proceso renovable de acciones del tejido social sobre el tejido urbano”. Con elloinvita al lector a hacer conciencia del pasado para proyectar el futuro. Se trata de un libro que muestra ejemplos de proyecto local en los dos barrios mencionados, y que prepara al lector para una visión integrada que cuestiona las transformaciones de la nueva era e invita al compromiso, discusión y conciliación de los diferentes actores participantes.
Es así como Salvador Urrieta García, a través de la experiencia y formación que ha obtenido en Francia de la mano principalmente de su mentora Fracoise Choay, pone a consideración de los lectores el libro “Espacio público: de la memoria urbana al proyecto local”, con un prólogo que distingue la calidad de esta obra, a manos de René Coulomb.